¿POR QUÉ LE DIERON ESTE TÍTULO LOS JÓVENES DE ACCIÓN CATÓLICA?
Manuel Aparici, «una gloria y corona de la Diócesis de Madrid, singular y deslumbrante» [1], un día, respondiendo a la llamada del Papa, «capitaneó» a toda una generación juvenil en un largo peregrinar de doce años, que culminó en la gran cita ante el Apóstol Santiago en 1948, la mayor peregrinación llegada nunca a Compostela, meta de perenne peregrinación para impulso y sostén de un renacimiento cristiano [2], en cumplimiento del voto de peregrinar para llevar almas de jóvenes a Cristo y hacer de España la soñada Vanguardia de una Cristiandad «ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo», urgida por S.S. el Papa Pío XI [3]. La frase le impresionó y la tomó como bandera.
Con su ardoroso espíritu apostólico, fue su máximo propulsor. Cuando convocaba a los Jóvenes de Acción Católica a peregrinar les convocaba para que aspirasen al espíritu ardiente de los Hijos del Trueno como estilo de vida.
Con su muerte, pareció olvidarse la España peregrinante y Vanguardia de Cristiandad por él impulsada. Pero veinticinco años después, el 19 de Agosto de 1989 [4], esta peregrinación era felizmente superada ampliamente por S.S. el Papa Juan Pablo II al reunir en Santiago de Compostela junto a la tumba del Apóstol Santiago la mayor peregrinación de jóvenes de todo el mundo con ocasión de la IV Jornada Mundial de la Juventud; peregrinación convocada y presidida por el Santo Padre para impetrar y recibir de cara al Tercer Milenio empuje apostólico para la recristianización de Europa y de sus respectivos países.
¡Qué respuesta a la sed de Manuel Aparici!
«La Juventud de Acción Católica Española –escribe Manuel Aparici– por los Presidentes de los Consejos Diocesanos, me otorgó el 2 de febrero de 1941 el título de “Capitán de Peregrinos”. A ese título no renuncié al ingresar en el Seminario, porque es irrenunciable.
»Bien sabéis que os decía cuando nos preparábamos para la jornada del Pilar: Peregrinar, no es nada; peregrinar con fe es abrir camino al Reino de Dios [5]: en la propia alma y, como consecuencia, en la de los demás.
»Si esto es peregrinar, comprenderéis que al dar ese paso para empezar a entregarlo todo en el servicio de Dios y de las almas no podía renunciar al título de “Capitán” que me otorgasteis ... pues ser “Capitán de Peregrinos” entiendo que supone marchar delante en el abrir camino.
»Así, pues, creo que es lógica esta reunión. No pretendo pediros cuentas, sino más bien exigírmelas a mí mismo, pues hace tiempo que me hizo comprender el Señor que si se paraba el “Capitán” obligaba a detenerse a todos los peregrinos.
»Además, terminada la guerra en Europa ha vuelto a quedar abierto el Camino de Santiago y creo conveniente que renovemos nuestro fervor y entusiasmo para acometer con fe iluminada».
Unos cuatro años después, el 24 de agosto de 1945, anota en su Cuaderno de Meditaciones, Ejercicios y Retiros (en adelante Cuaderno) [6]:
«Él quiso darme el título de “Capitán de Peregrinos”; ese título hace que muchísimas miradas de jóvenes, seglares y eclesiásticos, estén puestas en mí. Si yo soy todo de Jesús, Él cumplirá su deseo de atraerlas a su amor por medio del mísero instrumento que escogió ... ¡Oh, Jesús, por el amor que los tienes comienza a hacerme todo tuyo!».
«La Iglesia española –dice José Díaz Rincón– está en deuda con este santo apóstol, educador y generoso sin límites» [7]. Y añade un año después aproximadamente: «¡Es tanto lo que quiero a D. Manuel que daría todo por él! Hemos tenido la suerte, la gracia y el favor de tratar y de ser pastoreados por un santo excepcional, por su profunda espiritualidad, por su generosa entrega, por su cercanía de Dios, su competencia, su espíritu apostólico e incomparable Caridad y ternura» [8].
Los restos mortales del «Capitán», gran propagandista [9] y hombre de un gran entusiasmo, vitalidad y caridad sin límites, que fue decisivo en la vida de muchos jóvenes, descansan en la Capilla de la sede de Peregrinos de la Iglesia.
[1] José Díaz Rincón (Su carta de fecha 14 de diciembre de 2002).
[2] «Para el cristiano nunca es posible el descanso, la vida es siempre misión: para el joven de Acción Católica, para toda la juventud española ... ; la realización de la alta misión que el Señor nos confía: la vuelta de todos los hombres a Dios» (SIGNO de fecha 13 de agosto de 1939).
[3] «Una Cristiandad en que todos los miembros vigilen sobre sí mismos, que deseche toda tendencia a lo puramente exterior y mundano, que se atenga seriamente a los preceptos de Dios y de la Iglesia, y se mantenga, por consiguiente en el amor de Dios y en la solícita Caridad para el prójimo, podrá y deberá ser ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo, que busca sostén y dirección, si es que no se quiere que sobrevenga una enorme catástrofe o una decadencia indescriptible».
[4] Precisamente en dicho mes se cumplían los veinticinco años de su muerte. Aunque tal vez no lo fuese, no pudo haber mejor acto conmemorativo de aniversario del «Adelantado y Capitán de Peregrinos».
[5] Se refería a Dios también como madre. Hablando de Dios, anota en su Diario «Tú eres como padre y madre de mi alma» (8 de febrero de 1937) ... «Él es la madre que eternamente me llevó en las entrañas de sus ideas eterna» (15 de enero de 1939)
[6] Va desde el 7 de marzo de 1940 hasta el 30 de agosto de 1959. Sin embargo, no todas las meditaciones, ejercicios y retiros están recogidos en este Cuaderno; otros muchos los ha recogido en su Diario.
[7] Su carta de fecha 13 de julio de 2002.
[8] Su carta de fecha 10 de diciembre de 2003.
[9] Mons. Jacinto Argaya Goicoechea, siendo Obispo de San Sebastián.d