Un día, en la sede del Grupo, entonces en Monteleón, 6 (todavía no era Asociación eclesial), se recibió una carta de las MM. Clarisas de las Descalzas Reales. Era una carta muy especial. Nuestro Boletín BORDÓN, en su número 1, enero 1976, transcribía algunos de sus párrafos, que, de nuevo, reproducimos:
« ... Teníamos que decirles una cosa que creemos les servirá de alegría dado que vemos también con satisfacción, que en su folleto de ahora, así como el que nos mandaron más veces, citan el nombre de D. Manuel Aparici. Pues bien, por circunstancias providenciales, nos ha llegado a nosotras gran cantidad de libros y otros objetos de su uso, de un valor espiritual inmenso. Para nosotras es como una reliquia, pero queremos hacerles participar de esta noticia porque pensamos que les hará mucho bien recordar en estos tiempos la doctrina espiritual del que por todos sitios vemos nombrado Capitán de Peregrinos. Son libros y folletos de espiritualidad seglar y sacerdotal, que para Vds. les puede venir muy bien, y a nosotras no nos aprovecha tanto. Otras cosas de él ya hemos aprovechado para nuestro bien espiritual, pues repetimos, lo guardamos como una verdadera reliquia, dada la santidad que sus escritos respiran».
« ... Al contacto con sus escrito, hemos visto el celo que tenía por forjar una cristiandad con el espíritu de mártires y apóstoles a lo Santiago. Cuando comprobamos que Vds. han acogido su herencia, nos hemos alegrado muchísimo».
¿CÓMO LLEGÓ ESTE TESORO ESPIRITUAL A LAS DESCALZAS REALES?
Ellas mismas nos lo contaron: unos sobrinos de D. Manuel, sin saber qué destino deberían dar a todo aquello, optaron por entregarlo a la Comunidad, para que ellas obrasen como creyesen mejor y las M M. Clarisas decidieron ceder el "legado" de Manuel Aparici al Grupo de Peregrinos. Se fijó la fecha miércoles 28 de enero. Aquel día se celebró en la iglesia una Misa en sufragio de su alma, y en el locutorio se procedió a la entrega.
Así lo reseñaba nuestro Boletín, en su número 2, de febrero de 1976:
«El pasado 28 de enero tuvo lugar en el Monasterio de las Descalzas Reales, de Madrid, el acto de entrega del Diario Espiritual y otros recuerdos de Manuel Aparici, al Grupo de Peregrinos.
»A las 8 de la tarde se celebró una Misa, que presidió Mons. Ricardo Blanco, Obispo Auxiliar de Madrid-Alcalá, y en la que concelebraron D. Antonio García del Cueto, D. José Gálvez, D. Pedro Álvarez Soler y D. José Manuel de Lapuerta y Quintero. Asistieron cerca de doscientas personas.
»Mons. Blanco pronunció unas palabras de emocionado recuerdo, glosando la personalidad y la obra de Manuel Aparici, a quien evocó en sus tres facetas de “converso”, “apóstol infatigable” y “víctima”.
»A continuación, en el locutorio, totalmente lleno por cuantos pudieron entrar, la Madre Abadesa, en presencia de toda la Comunidad, hizo entrega del «legado» de Manuel Aparici al Sr. Obispo, quien lo dio al Grupo de Peregrinos.
»El acto fue profundamente emotivo. En todos los presentes un mismo deseo: ver a Manolo en los altares».
HACIA LA APERTURA DEL PROCESO DIOCESANO
El trabajo era mucho; los operarios y los medios, pocos. Parecía como si el propósito de promover el Proceso de Canonización de Manuel Aparici hubiera pasado a segundo plano. Pero el deseo y la voluntad de hacerlo seguían en pie. Se hacía lo que se podía, y al ritmo posible. Un ejemplo estimulante era la dedicación personal del Presidente del Grupo, luego Presidente honorario y vitalicio de Peregrinos de la Iglesia, D. Manuel Martínez Pereiro (d.e.p.), íntimo amigo y colaborador de Manuel Aparici.
La marcha hacia la introducción de la Causa de Canonización iba adquiriendo un ritmo cada vez más acelerado. Se constituyó el Secretariado «Manuel Aparici», que dirigía D. Francisco Arquero. La Asociación, en calidad de parte actora, inició los trámites para la apertura del Proceso, solicitando y proponiendo el nombramiento de Postulador. Se editaron y difundieron, con las debidas licencias y para devoción privada, estampas con la oración para pedir la glorificación del Siervo de Dios.
A través del Arzobispado de Toledo nos llegó una aportación de documentos, muy importante por su volumen e interés, procedentes del archivo del sacerdote D. José Rivera, muerto en olor de santidad (su proceso está también ya en Roma), amigo de Manuel Aparici y hermano del Ángel del Alcázar.
Reestructurado el Secretariado en 1993, bajo la dirección de D. Carlos Peinó, se fue produciendo una incorporación creciente de nuevos colaboradores, que trabajan como un equipo coordinado y eficaz. Así llegamos a la recta final: se cataloga y estudia toda la información recibida de Toledo, y en un tiempo increíblemente corto se trabaja para la elaboración de la Semblanza Biográfica, necesaria para la iniciación del proceso.
Y así, una vez realizados los trámites previos preceptuados, llegamos, al fin, a una fecha inolvidable para nosotros: el 13 de julio de 1994, día de la apertura del Proceso.