Pero cuando se disponían los primeros preparativos para la peregrinación, comienza la Guerra Civil (18 de julio de 1936). Supuso una convulsión radical en toda la vida española e impondría otro peregrinar a uno y a otro lado del frente en que España quedó dividida: el de la persecución y el de los Centros de Vanguardia y la peregrinación no pudo realizarse hasta 1948; pero, entretanto, se peregrina en espíritu en una y otra zona.
Consecuentemente, la Juventud de Acción Católica, militantes y dirigentes, quedó también escindida en dos zonas, incomunicadas entre sí, los de la zona nacional, (Veintitrés Uniones Diocesanas y 18.000 jóvenes), y los de la zona republicana que sufrieron persecución y martirio [42] (Veintiuna Uniones Diocesanas. con 19.000 jóvenes, entre ellas las de mayor empuje de la Obra, el Consejo Superior y casi todos los Consejeros), quedando anulada como Organización, pero Manuel Aparici obra con rapidez y eficiencia y monta todo un nuevo sistema organizado en Burgos.
Los tres años de guerra (1936-1939) marcaron un estilo y unas metas que imprimirían el carácter de la Juventud de Acción Católica Española hasta la peregrinación a Santiago.
La guerra le sorprendió en Galicia. Sin embargo, días antes había estado también en Galicia, en la Asamblea Regional de Lugo, cuando ya era grande la inquietud, y a pesar de esa inquietud no se queda en Galicia, sino que vuelve a Madrid y sufre persecución, pero estaba dispuesto a dar su vida por la fe.
«Las milicias populares se apoderaron, entre otros, de los archivos de la Acción Católica, y con esa lista recorrían los domicilios para detener a sus miembros, declara su sobrino Rafael. Como no encontraron a mi tío Manolo detuvieron a mi padre, que sufrió una dura persecución, estuvo a punto de ser fusilado, e incluso apareció en una lista de personas ejecutadas por los milicianos; lista que llegó a manos de mi tío .. ».
Según Manuel Martínez Pereiro «salió providencialmente de Madrid con su madre enferma en el último tren para pasar sus vacaciones veraniegas en Galicia, en Salvatierra de Miño, donde un hermano suyo era Jefe de la Aduana …
»La confusión general que se produjo en los momentos inmediatos a su llegada le movió a pasar rápidamente con su madre al vecino país de Portugal; despejada la situación volvió a Salvatierra para cumplir en su momento con el deber de funcionario: presentarse a las nuevas autoridades entonces establecidas en Burgos para ocupar el puesto que le asignaran. Por su edad estaba lejos de ser movilizado como no lo fue [43], y por otro lado quería mantenerse al frente de la Juventud Católica que había quedado en la zona nacional para intensificar y profundizar su espíritu conforme exigían los tiempos y las circunstancias ... ».
« ... Esto le salvó la vida –afirma Enrique Montenegro L. Saavedra–, y aunque elementos enemigos iban a buscarle con las peores intenciones, avisado a tiempo pudo ponerse a salvo cruzando en una barca el Río Miño, permaneciendo en Portugal hasta que, dominada la situación en Galicia por las fuerzas del Ejército Nacional, regresó a Salvatierra de Miño pocos días después ... A poco de volver me escribió una larga carta autógrafa … comunicándome cómo Dios le había salvado y que se disponía a reanudar la labor y reorganizar la Juventud de Acción Católica en medio de aquella guerra … Inmediatamente comuniqué la buena noticia a los Consejos Diocesanos de Galicia para que ellos lo hiciesen a los Centros».
Su sobrina Josefina proporciona detalles inéditos sobre este particular que, por su interés, creemos merecen la pena ser conocidos por el lector.
« ... Cuando salieron de Madrid a Salvatierra a casa de mis padres, el pueblo estaba con hombres armados y el alcalde le mandó un aviso a mi padre en secreto de que iban a buscar esa noche al tío Manolo a casa; organizaron que escapase a Portugal. Yo era la niña que se mete en medio de las personas mayores. Cuando tenía que salir de casa y hacer un trayecto de kilómetro y medio o dos, por la orilla del tren, para pasar el río en una barca y lo acompañó mi padre, tenía encima de la mesa un rosario e hizo ademán de cogerlo y meterlo en el bolsillo; mi padre le dijo: Manolo deja el rosario, pero él lo cogió. Se encontraron con gente armada por el camino y mi padre creía que los mataban; y mi tío Manolo tranquilo, si tenía miedo no se notó».
Si cualificados son estos testimonios, mucho más cualificado todavía es el del propio Manuel Aparici, que reconoce, como consta en su Diario, que Dios le salvó la vida.
«Salí de Madrid con mi madre y mi hermana el 18 de julio, último día de la paz ... Temía que el tren no llegara a su destino, pero recordé tu promesa: “Mandé a mis ángeles para que cuiden de ti y te protejan en todos tus caminos no sea que tu pie tropiece en alguna piedra” y tuve fe y llegamos con bien a Salvatierra.
»Allí, el primer día hubo paz, pero la locura comunista también llegó haciéndonos pasar ratos amargos. Más que la preocupación personal era la preocupación por los míos, a quienes veía casi desprovistos de fe. Al tercer día el Señor quiso que pudiera pasar la frontera, con la promesa de que al siguiente pasarían mi madre y mi hermana.
»Al siguiente día pasaron. Ya parte de la familia estaba a salvo.
»Después la incertidumbre, el lento marchar de los acontecimientos …
»En fin, el Señor me enseña que nada ocurre sin que Él lo permita y que de todo lo que permite o hace se pueden sacar bienes. Enfocaré, pues, los acontecimientos desde un punto de vista cristiano».
En la tarde del 31 de agosto de ese año de 1936 fue a pedir al Padre y Pastor de su alma, su Obispo D. Leopoldo Eijo Garay, se dignara darle luz y consejo sobre lo que pudiera pedirle el Señor en aquellos momentos ... ».
1. Se instala en Burgos
«De conformidad con la Jerarquía, que tenía depositada toda su confianza en él, se instala en Burgos para reorganizar allí el Consejo Superior de la Juventud de Acción Católica. La Iglesia se había propuesto mantener la Acción Católica libre de implicaciones políticas» [44] y Manuel Aparici fue, como siempre «fiel ejecutor de lo que la Iglesia quería hacer del apostolado laical en la Acción Católica ... » [45].
Camino de Burgos anota en su Diario: «Él me inspiró, cuando venía a Burgos, vida dura, áspera, mortificada». Y añade: «Ninguno que ha tenido mimos con su carne ha sido santo».
«Puede afirmarse que todos, desde el Cardenal Primado de España, Mons. Gomá, hasta los sacerdotes de Parroquias rurales, tenían profunda y merecida confianza en él. No sólo por su ardiente espíritu religioso, sino por su ecuanimidad y serenidad ante las situaciones por las que entonces se pasaba, en las que había que estar alerta» [46].
Pero entretanto, y unos días antes de su llegada a Burgos, «se reunían en esta capital el 4 de septiembre bajo la Presidencia de Javier Aznar, Vocal de la Permanente del Consejo Superior, los Vocales Archidiocesanos de Zaragoza, Burgos y Valladolid, con el Presidente Diocesano de Barcelona y la adhesión del de Santiago para constituir la Comisión Gestora [47], órgano supremo provisional que cumpliera el cometido del Consejo Superior; es decir, dirigir la vida de la Juventud de Acción Católica en zona nacional, en virtud del acuerdo tomado por el pleno del Consejo Superior en abril del mismo año [48].
»Pocos días después de esta reunión, el 15 de septiembre, Manuel Aparici se ponía al frente de la Comisión Gestora ... » [49].
Hay que «destacar de aquel momento el lema que tuvo durante la guerra: “Pensad que las personas contra las que tiráis son hermanos vuestros”» [50].
«Firme en su propósito de dedicarse totalmente, salvo el tiempo que le exigía su profesión, al cuidado de la Juventud, no resultaba nada fácil cumplirlo por las circunstancias del momento, y ello a pesar de la voluntad de todos para prestarle las ayudas necesarias. El Sr. Arzobispo le cedió unos locales de su Palacio, donde estaba instalada la Junta Diocesana, en los que recibía, con su amabilidad característica, a los abundantes grupos de jóvenes de la mayor parte de las provincias liberadas que pasaban por allí y entre los cuales no faltaban dirigentes de las Uniones Diocesanas y de los Centros; pero el paso y los contactos solían ser breves y muchas veces inesperadamente interrumpidos por las precipitadas salidas para el frente. A todos animaba y reconfortaba aconsejándoles la más íntima relación con los Capellanes Castrenses y que no abandonaran nunca la oración colectiva» [51].
«Sus primeros colaboradores fueron los jóvenes de la Junta Diocesana de Burgos y los miembros y colaboradores del Consejo Nacional de la Juventud que iban llegando a Burgos o pasando por Burgos» [52]. «Entre sus colaboradores más directos de entonces, entre idas y venidas del frente pues estaban movilizados, figuraba Maximino Romero de Lema» [53]. «La Secretaría funciona en “transeúntes”, con los convalecientes que descansaban unos días de sus heridas, o con los que disfrutan de sus permisos en retaguardia» [54] «ante la absoluta carencia de colaboradores con que se encontraba por estar todos los jóvenes de Acción Católica en el frente» [55]. No obstante, «trata de lograr cerca de ciertos mandos militares que alguno de los convalecientes quedara destinado en Burgos, a fin de que le pudiera ayudar en esta tarea de hacer surgir el espíritu apostólico de la Acción Católica en los mismos frentes» [56].
«No faltaban, como es lógico, en aquellas circunstancias los contactos del Presidente con el Cardenal Gomá. Pero estimo de especial interés referirme a una visita concreta, creo que de 1938, a la que asistí personalmente como en otras ocasiones; llegó a conocimiento del primero la noticia, que confirmo plenamente, de que el entonces Presidente de la Confederación de Estudiantes Católicos la había disuelto con la consecuencia de que sus miembros habían de pasar a la única organización juvenil de carácter político que entonces existía. Estimaba el Presidente que la decisión era irregular e inconveniente porque afectaba a la competencia de la Juventud Católica que él debía defender, por lo que se proponía impugnarla ante las autoridades civiles como una cuestión de competencia entre las dos Asociaciones, ambas católicas y no políticas, mostrándose dispuesto a afrontar todos los resultados, cualesquiera que fuesen, que se derivasen de su actuación; ello naturalmente sin implicar a la Jerarquía.
»El Sr. Cardenal, estimando y agradeciendo el gesto de someterle el tema, consideró que no debía plantearlo porque la cuestión quedaría resuelta después de la guerra, con la reorganización de la Acción Católica» [57].
En fecha que se desconoce, se traslada «desde el Palacio Arzobispal donde estaba domiciliada la Junta Diocesana a la Plaza de Santa María, núm. 2, muy cerca de la Catedral. Era un piso amplio, donde además de la sede del Consejo Nacional, había varias habitaciones con camas e instalación eléctrica con potencia suficiente para cocinar. Este “hotel”, que funcionaba como alojamiento para algunos refugiados con pocos medios económicos al menos los primeros días de su llegada a Burgos, era una ayuda material de gran consuelo. Manolo se llevó el secreto de donde sacaba el dinero. De los que pasaron por aquel piso, que fueron muchos, recuerdo, entre otros, a Manuel Vigil, Alberto Ullastres, Alfredo Sánchez Bella, Enrique Friend, Víctor García Hoz, Maximino Romero de Lema, Vicente Puchol, José María Riaza …» [58]. « ... Dejó en todos una huella indeleble que iba a ser para todos decisiva. Nosotros podemos decir –concluye Joaquín Ruiz–Giménez [59]– que somos la generación de Manolo. El tuvo una gracia especial para recogernos y reunirnos a medida en que unos y otros íbamos pasando de la zona roja a la nacional [60].
2. Por su edad no fue movilizado
En esta época como en los primeros tiempos de la postguerra no todo fueron rosas para Manuel Aparici. Sufrió mucho porque algunos interpretaban que debía haber dado ejemplo incorporándose al Ejército para combatir a los enemigos de Dios y de la Iglesia. «El Consiliario de la Juventud, Rvdo. Emilio Bellón, se vio obligado en alguna ocasión a tener que defender enérgicamente la persona y la actividad de Manuel Aparici, que había sido tan sacrificada y más eficaz de lo que pudiera haber realizado en el frente de combate» [61].
Sin embargo, sentía ansias de correr al frente.
«Hacía falta –dirá un día en la Escuela de Propaganda. Toledo. Año Santo– santidad y a esto viene la Acción Católica, aunque en ella tal vez haya que sacrificarse ganas de pasarse a la primera fila para organizar bien la retaguardia» [62].
«Cuando os contemplaba partir para el frente –le dice a Joaquín Ruiz–Giménez en carta sin fecha–, con secreta envidia, le pedí al Señor que se dignara tomar mi vida para que se consumiera toda al servicio de esa juventud que le confesaba con su sangre».
«Hoy –21 de febrero de 1936 anota en su Diario– me ha vuelto a morder el alma la vanidad. Sentía ansia de correr al frente, pero era para que no pudieran decir de mí; pero ahora comprendo que mi deber es vivir muriendo en retaguardia, crucificándome ocultamente para proteger a mis hermanos. Cuando la guerra termine ya surgirá un joven que me pueda suceder y del que no puedan decir que no estuvo en el frente. Pero ahora es menester que alguien ore y trabaje por ellos y para ellos. Luego, qué importa lo que digan si tú me ayudas, Señor. Algún día seré ministro tuyo y entonces no habrá obstáculo».
No obstante, considera lo que hubiera hecho de haber sido llamado a filas.
«Brevemente consideré lo que hubiera hecho si me hubiera llamado España ... –escribe en su Diario– Aunque, cobarde, hubiera ido. Fue menester que el Cardenal Gomá (q.s.g.h.) me dijera que, no habiendo llamado mi quinta, debía estar en retaguardia para trabajar en la Juventud de Acción Católica, para que pudiera contenerme de ir al frente. Tanto pesaba en mí un puntillo de honra; pues tú sabes bien que lo que me consumía era más bien el no quedarme atrás que el defender con mi vida tus intereses.
»Aún así, tu gracia hizo que viviera austeramente para no ofender la sangre joven que se derramaba en España y aún que orara con más asiduidad para proteger a mis hermanos, mientras les dedicaba todas mis energías y tiempo libre, manteniéndome en Burgos aun con pesar de mi madre distante y perjuicio económico».
»«Me ha hecho ver todo lo que tendría que aceptar si la Patria (rey temporal) me llamara a filas: Vida disciplinada de cuartel. Dos horas de instrucción. Comida militar, rancho. Separarme de los míos. Ir al frente. Centinela dura. Rechazar los ataques, con cansancio o sin él, con hambre y sed o sin ella. Atacar hasta desalojar al enemigo, con toda la impedimenta. Caer herido y sufrir el desgarrón de mi carne y el dolor intenso y el dolor moral de verme lejos de los míos.
»O tal vez como los héroes de Belchite, de Teruel, del Ebro, de Santa María de la Cabeza verme cercado y morir, con toda la angustia de la muerte, antes que entregar un miembro del cuerpo sagrado de España.
»Todo esto lo haría por España y ¿no lo voy a hacer por Cristo Rey?
»Y Él me pide:
»Vida disciplinada, un horario y que me atenga a él. Instrucción: meditación, lectura, Santa Misa, comunión, lectura espiritual, visita al Santísimo; instrucción que endurezca los músculos de mi espíritu para marchar en sus filas.
»Comida sencilla y cama dura. Vida de frente de lucha, de conquista, siempre vigilante y alerta, con centinela cuidadosa sobre mis sentidos y potencias para que no me las arrebate el enemigo. Y si el enemigo ataca, rechazarle con valor, tenga consolación o no la tenga, estando cansado o descansado.
»Entrar al cuerpo a cuerpo en las almas para desalojar al enemigo de ellas, con la impedimenta que sea, y si rechazar el ataque me supone “arrancarme un ojo o una mano” sufrir con alegría el desgarrón.
»Y resistir hasta la muerte antes que pecar para no entregar un miembro del sagrado Cuerpo de Cristo al enemigo.
»¡Gracias Señor! porque tú, aunque me pides esto, me aseguras siempre el triunfo.
»¡Cómo amontonas tus gracias sobre mí a pesar de haber visto desde toda la eternidad mis iniquidades!
»Tú me has hecho ver también que al recibirte en la Eucaristía te recibo a ti y a tus mártires, y que los has querido unir a ti para venir a mi alma para que sus llagas sean como el altavoz de tu amor, porque toda esa cantidad inmensa de tus llagas, las tuyas y las de tu Cuerpo Místico, me dicen con los labios de sus heridas: Te amo, te amo y tengo sed».
Obediente y callado, «soporta la suprema humillación de la retaguardia que le impone el Cardenal Gomá, con la orden estricta del Papa y de la Jerarquía de hacer subsistir la Juventud de Acción Católica» [63].
3. Entonces su figura se agiganta
« ... Y emprende su magnífica y fecunda labor, que ya no abandona en toda la guerra [64]». «Lleva una intensa vida de piedad, oyendo Misa y comulgando siempre que se lo permite el servicio y supliendo con oración y la presencia de Dios los actos de culto a los que no puede asistir. Debe ser apóstol con su ejemplo y su trato para atraer a sus compañeros hacia el ideal apostólico» [65].
«Trata de reorganizar las fuerzas dispersas. Comunica con las Uniones Diocesanas, pero éstas no dan señales de vida: todos sus miembros están desde el primer día en el frente ... Todo el Consejo va al frente» [66].
Con su llegada reaparece SIGNO, del que sólo habían salido cuatro números en Madrid antes de comenzar la guerra. Convertido en semanario acentúa el sentido peregrinante y lleva el espíritu cristiano propio de aquella Juventud de Acción Católica. Y logra con su esfuerzo que sea un órgano vital para el espíritu cristiano de los combatientes católicos, de los Centros de Vanguardia y de los Centros y Órganos de la Juventud de Acción Católica que perviven en la zona nacional, aunque esté preferentemente dedicado a los primeros.
Da normas y alientos para proseguir la labor. No cesa en la Obra de Asistencia Católica al Herido y proyecta el Cuerpo de Visitadores, a base de mutilados, y al tiempo prepara el Congreso de Lima [67]. A iniciativa de Manuel Aparici deben Mons. Maximinio Romero de Lema y Joaquín Ruiz–Giménez el que el Cardenal Gomá les lanzara a Hispanoamérica en la primavera de 1939. Ellos abrieron en sus vidas y en su trabajo de Acción Católica: la perspectiva Hispánica.
En retaguardia no hay un solo joven de Acción Católica, salvo los que no son útiles para el servicio de las armas. Casi toda la Obra quedó reducida a los aspirantes, que trabajaron de un modo admirable, convirtiéndose en verdaderos jóvenes de Acción Católica. En varias Diócesis se constituyeron grupos de aspirantes propagandistas. La mayoría de los cargos y puestos dirigentes fueron ocupados por estos muchachos de 15 años, a los que se estampilló para ello; es decir, se les concedió la insignia de numerarios por méritos contraídos al servicio de la Juventud y en tiempo de guerra [68]. El heroísmo de estos muchachos fue posible merced al ideal que animaba a la Juventud. Y detrás como siempre, él.
Si en 1936 no hubiera habido Aspirantados en casi todas las Parroquias donde había Centro de Jóvenes, la Obra habría quedado materialmente desecha. Gracias a ellos mantuvo su continuidad [69]. Repetía con frecuencia: «Un centro no muere si hay algún joven dispuesto a morir por el Centro» [70].
Tendrían que pasar, sin embargo, bastantes meses hasta que la Juventud volviera a tomar cuerpo como tal Asociación.
Sin el menor asomo de desánimo «emprendió la difícil labor de localizarlos y agruparlos, siempre que fue posible, en “Centros de Campaña”, donde pudieran reunirse y practicar, lo mejor que se pudiera, muchas veces en la trinchera, la vida de la Juventud de Acción Católica, a lo que respondieron muchos, que no solamente dieron cuenta de su situación y actuaciones, sino que con su ejemplo y propaganda consiguieron nuevos asociados» [71].
Pese a todo «La Juventud de Acción Católica, marcha; marchaba siempre; aunque la sede del Consejo Superior y casi todos los Consejeros se hallen en territorio rojo; aunque la Comisión Gestora que se ha constituido haya tenido que dispersarse por estar sus miembros movilizados; aunque las Uniones Diocesanas, lo mismo que los Centros, tienen el ciento por ciento de sus directivos en el mismo caso; aunque todo paso que se da ocasiona un déficit, y cada minuto de actividad supone otro tanto de mengua de descanso que necesitan los que en los locales sociales trabajan perseverantes después de haber cumplido sus deberes para con la Patria ... » [72].
« ... El sol entra a raudales por uno de los balcones. Manuel Aparici ... a cuyo esfuerzo se debe la obra de la Juventud, inclinado sobre una de las mesas trabaja afanosamente. Cuando le hablo del propósito de mi entrevista se muestra reacio. Su natural modestia le obliga a quitar valor a lo que hace. No quiere que su tarea salga a la superficie y se esfuerza sobresaliendo en medio de esta obra admirable de esfuerzo y generosidad que es la Juventud de Acción Católica. Y se esfuerza en hacer recaer el éxito –que a él sólo corresponde– sobre sus colaboradores. Pero es inútil. Está casi solo. Sus más fieles ayudantes son Esteban Fernández, el infatigable director de SIGNO ... y Manuel Martínez Pereiro, admirable ministro de las modestas finanzas de la Obra, quien desde hace unos meses sostiene a la Juventud contra la fatalidad inexorable de los números que le crean las pesadillas de los déficit.
»Al ver hoy de nuevo a Manuel Aparici ante mí, recuerdo dos momentos anteriores de él mismo hace ya muchos meses. Uno de ellos fue cuando sus palabras llegaron a través de las ondas de la radio hasta los oídos del que esto escribe ... Y el otro cuando ... descubrió la silueta de Aparici recortándose en la penumbra de la capilla del Cristo en la Catedral burgalesa en actitud de profunda meditación, como si aceptase sobre sí el peso y la responsabilidad de los destinos de la Juventud Católica Española.
»Manuel Aparici tiene dentro de sí –vibrándole gozosamente en las fibras de su propio espíritu– el afán de conquistar el alma de la Juventud española para Cristo. Esta es su obsesión y ésta es la razón de su vida y de su esfuerzo. Jamás como él entre los hombres el verdadero sentido de la fraternidad había llegado a más alto grado.
»Y la entrevista empieza. A mis preguntas –durante todo el transcurso de la charla– él va a contestar con una precisión que es la prueba más evidente de cómo llena su ánimo esta obra ingente de la juventud. Maneja de memoria cifras. Recuerda nombre de jóvenes que murieron como mártires o como héroes. Habla de estas cosas con el cariño con que un padre pudiese recordar hechos o palabras del hijo entrañable ...
»... Quedan las palabras flotando en el ambiente, que yo recojo con el fervor del que oye los últimos ecos de una apartada oración.
»Es ya mediodía y el sol –que entra a raudales por los balcones– ilumina ahora la austera silueta del crucifijo que pende de la pared. Manuel Aparici y yo lo contemplamos en silencio, mirándonos después con un gesto en el que yo descubro la razón última de todos los sacrificios que el Presidente de la Juventud de Acción Católica realiza desde hace muchos meses en el silencio de aquella humilde habitación, que hoy parece como olvidada en un rincón de España» [73].
4. Su mística
En el folleto «Epistolario del Frente», prologado por él y publicado en Burgos, se puede contemplar su «mística». Recordaba a los soldados combatientes que los de enfrente eran hermanos suyos, y que era necesario orar también por ellos. Está en su espiritualidad el amor a los enemigos y el espíritu de reconciliación.
«Jamás se le oyó una palabra de odio hacia quienes habían estado al otro lado de las trincheras. Le gustaba hablar de los mártires de la Obra, pero sin expresar deseos de castigo para los que asesinaron a jóvenes de Acción Católica» [74].
Por impulsos de Manuel Aparici se editan inmediatamente, «los folletos de instrucciones a los movilizados de la Juventud –que prologa él mismo– [75] y hojas en las que se estimula al rezo del Santo Rosario, al apostolado del perdón y del sufrimiento y a la visita de los hospitales por jóvenes no movilizados y por los aspirantes mayores» [76].
«En el prólogo Manuel Aparici dice: “El momento actual es una hora de Dios y es menester que no pase sin frutos” … “Vive tu Obra, dala a conocer”. “Todo joven de Acción Católica, cualquiera que sea el lugar o unidad en que esté encuadrado, no debe olvidar que es un joven que se ha consagrado al servicio de la Iglesia, como apóstol de las almas” ...“Llevará una vida intensa de piedad, oyendo Misa y comulgando siempre que se lo permita el servicio, y supliendo con oración y la presencia de Dios los actos de culto a que no pueda asistir”. “Debe ser apóstol con su ejemplo y trato, para atraer a sus compañeros hacia el ideal apostólico”.
Y más adelante la exhortación a los movilizados y heridos en los hospitales.
«Que vuestro dolor sea redentor”, “ofrece a Jesucristo tus sufrimientos, tan duros, continuos y ocultos. Y ofrece al Padre, por Jesucristo, ese tesoro por la salvación de las almas, también por los que luchan contra vosotros, hermanos nuestros”».
Este llamamiento está fechado en Burgos, en febrero de 1937, y dice: “Año Santo de Santiago de Compostela, 1937”» [77].
Por otro lado, «se servía de la correspondencia que recibía de los jóvenes soldados para alimentar y sostener en ellos el ideal cristiano de la lucha y ofrecer a Dios los sacrificios, aún el de la muerte, por el triunfo de la causa de Dios y de la Iglesia; y todo ello sin odios ni rencores para el enemigo, al que había que liberar como a un hermano de sus errores y extravíos … El inspirador y animador de este espíritu cristiano, que animó a muchos soldados de nuestra Cruzada, fue él, que tenía un alma de auténtico apóstol de Cristo, que se entregó sin reservas, sin regatear esfuerzos ni sacrificios al apostolado de la juventud» [78].
«En la otra zona el apostolado se hacía, como puede comprenderse, en labor de catacumbas, pero se hacía. Lentamente se fueron reconstruyendo las Uniones Diocesanas y Centros. En Madrid, por ejemplo, se ayudaba a los sacerdotes en su labor penosa. Una organización clandestina de más de un centenar de jóvenes, en grupos de seis o diez, se reunían periódicamente en Círculos de Estudio. Y en los campos de concentración se formaron varios Centros de Juventud» [79].
«Mientras, en todas las cárceles los jóvenes católicos confiesan su condición cristiana; 7.000 jóvenes, casi la quinta parte de la Juventud de Acción Católica Española, ofrecen su vida en holocausto por Dios y por España» [80].
Y todo esto, y mucho, mucho más, sin abandonar sus obligaciones de funcionario, que compagina con sus responsabilidades como Presidente Nacional de la Juventud de Acción Católica de España.
5. Apostolado del sufrimiento
«¡Jóvenes de Acción Católica que lucháis por España! ¡Los que sufrís en la trinchera, los que derramáis vuestra sangre en el combate, los que padecéis las incomodidades de la guerra, los que yacéis en el lecho del dolor de los hospitales, todos los que os sacrificáis en estos momentos por la Patria!
Soldados de la Cruz
»La Juventud de Acción Católica os felicita porque habéis entregado para la causa de Dios y de España vuestra sangre y vuestra vida. Pero aún tenéis tesoros inagotables que podéis ofrecer, y la Juventud de Acción Católica os los va a pedir. Esos tesoros son vuestros sufrimientos. Las incomodidades, los sufrimientos todos: he ahí un gran tesoro que desconocíais y que viene a pedir la Juventud para Cristo. Para la Patria deis la sangre y la vida. Para Jesucristo debéis dar vuestros sufrimientos.
Tesoro escondido
»¡Qué tesoro más inmenso si todos los jóvenes católicos que luchan en los frentes o están heridos en los hospitales ofrecen a Jesucristo sus sufrimientos tan duros, tan continuos, tan ocultos a veces! …
Por España y por las almas
»Y os pedimos que ofrezcáis ese tesoro a Jesucristo para conseguir del eterno Padre la redención religiosa de España, la salvación de las almas de todos los que luchan, hasta las almas de los que luchan contra nosotros, hermanos nuestros, descarriados, sí, pero por eso mismo más dignos de compasión, para los que debemos pedir a Dios la conversión, siquiera el arrepentimiento de la contrición en los últimos instantes.
Dolor que redime
»El dolor es redentor. Cristo no nos redimió sino con el dolor. Él ha querido que sus apóstoles rediman al mundo de la misma manera que Él le redimió: con el dolor. No desperdiciéis, pues, jóvenes de Acción Católica, apóstoles modernos de Jesucristo, el poder redentor de vuestros sufrimientos. Por la transfusión de méritos de unos cristianos a otros, según el dogma de la Comunión de los Santos, vuestros dolores y sufrimientos irán a vivificar almas muertas que sólo por vosotros podrán salvarse. ¡Qué satisfacción la vuestra si después de la campaña podéis presentar en vuestra lista de méritos el haber salvado a España y el haber salvado muchas almas! El joven de Acción Católica debe ser siempre apóstol, sedlo ahora por la crucifixión de vuestro cuerpo.
El dolor es un valor
»Tenéis que sufrir. No sufráis en balde: aprovechad vuestros sufrimientos. No desperdiciéis esos medios de salvar a España ante Dios, de una manera tal vez más eficaz que con vuestro fusil. No desaprovechéis esos magníficos medios de conseguir salvar las almas de vuestros hermanos.
Sufrir por las almas
»El dolor por las almas es un consuelo. Es dulce sufrir cuando se sufre sabiendo que se está haciendo bien a un hermano. Es dulce la Cruz cuando se lleva por Dios. Así el sufrimiento no es la desgracia que desespera, sino la gracia que nos hace apóstoles desde el lecho desde la trinchera.
El holocausto de nuestra juventud
»¡Jóvenes de Acción Católica que lucháis en los frentes o sufrís en los hospitales! Comencemos desde hoy una gran Cruzada de sufrimientos por las almas. Todas las mañanas ofreced al Eterno Padre, en unión de los sufrimientos de Jesucristo crucificado, todos vuestros dolores, privaciones, heridas, sufrimientos, hasta vuestra muerte, si os llegara ese trance, para pedirle la salvación de las almas, las de nuestros amigos y las de nuestros enemigos. Repetid esa oblación en los momentos de mayor dolor durante el día, para que sin cesar suba al Señor el holocausto de la Juventud Española de Acción Católica.
»En las jornadas angustiosas de la trinchera, de los insomnios penosos de la noche, en las horas grises y pesadas del hospital, en el quirófano de operaciones, en los momentos dolorosos en que la metralla rompa vuestra carne, siempre que sufráis, acordaos de Cristo crucificado y ofrecedle vuestros dolores.
»¡Joven de Acción Católica! Muchas almas esperan quien las salve. Tus dolores ofrecidos a Dios podrían conseguirle el perdón. Esas almas son el valor de tus sufrimientos. (Con licencia eclesiástica. Editado por la Juventud de Acción Católica Imprenta Aldecoa–Burgos)» [81].
6. Centros de Vanguardia
«Repetía mucho la frase del Señor, cuando manifestaba su pena por la muchedumbre que le seguía sin comer y que andaba como ovejas sin pastor, en un momento en que, con motivo de la guerra, una parte considerable de la juventud se encontraba en los cuarteles y en las cárceles. Para atenderlos tuvo especialísimo interés en organizar y desarrollar el Apostolado Castrense y el trabajo en las prisiones ... como fueron bautizos de adultos, apadrinados por los Coroneles de los Regimientos; y caso similares sucedieron en las cárceles» [82].
Una ocasión muy propicia para su labor fue la de los Cursillos para la Formación de Oficiales Provisionales, valiéndose sobre todo de la colaboración de los cursillistas que pertenecían a la Juventud de Acción Católica. De allí nacieron los famosos Centros de Vanguardia [83], con los que Manuel Aparici mantenía una intensa relación, personal y epistolar, sirviéndose también de SIGNO y de otras publicaciones varias para mantener e intensificar el espíritu apostólico y sobrenatural de los jóvenes de Acción Católica en los frentes de combate [84].
Por otro lado, el ir y venir de los soldados por Burgos, a donde acudían en cuanto les era posible, era beneficioso para su consolidación y crecimiento.
«Algún día habrá que escribir despacio esas memorias colectivas [85], de las cuales un capítulo muy especial serán los Centros de Vanguardia ... Llevan un nombre en su raíz: el de Manuel Aparici ... », asegura Joaquín Ruiz–Giménez [86]. «El fue su creador», afirma, por su parte, el Rvdo. Mariano Barriocanal en aquel entonces Consiliario de la Federación de Estudiantes Católicos, que comía en la misma mesa en la que lo hacía Manuel Aparici durante su estancia en Burgos. «Eran su creación más personal y fecunda y únicos en el mundo [87], que habrían de realizar una gran labor apostólica, «sustitutos en aquellas circunstancias de los Centros Parroquiales, dada la movilización de los jóvenes. Eran de vanguardia de apostolado juvenil, de adelantado de peregrinos ...» [88] No cabe duda de que constituyeron una peculiaridad apostólica apropiada a aquellos tiempos y circunstancias. Se trataba de que los jóvenes de Acción Católica movilizados, además de cumplir con sus deberes militares, colaborasen con los Capellanes Castrenses en su función religiosa y «como tales no dependían del mando militar ni tampoco de unidades de clara finalidad política» [89]. Dependían directamente del Consejo Superior [90], el cual estaba en contacto permanentemente con el Cardenal Primado.
«Con ellos mantuvo en los jóvenes que luchaban en el frente el auténtico espíritu de Cruzada –afirma el Rvdo. Mariano Barriocanal (Cf.) [91]–, espíritu que llevó a no pocos jóvenes al heroísmo y a los demás les conservó en la vida de piedad y la fidelidad a las costumbres cristianas, «proveyendo de rosarios, escapularios y medallas a los soldados y a los jefes» [92], con lo que los unos y los otros manifestaban cual era el sentido de sus luchas y sacrificios.
Aconsejaba se formase parte de los mismos y que todos los jóvenes de Acción Católica tenían que fundar un Centro de Vanguardia en la unidad en que estuviesen [93]; les decía lo que necesitaban para formar un Centro. En primer lugar, ponerse en contacto con el Capellán a quien le debían exponer todos sus deseos y mantenerse muy unidos con él, etc.); les mandaba las normas y modelo de acta para su fundación en el que se figuraban los fines de todo Centro de Vanguardia, extracto del proyecto de Centros y en algunos casos el Reglamento de algún Centro (Se tiene referencia, por ejemplo, del Centro de San Francisco Javier de Medina del Campo).
Les pedía que, al principio, no mostrasen mucho entusiasmo proselitista sino más bien que procurasen que alrededor suyo se viviera una vida verdaderamente cristiana, que la blasfemia, si es que existía, se desterrase, que los sacramentos se frecuentasen. Si conseguís esto, después poco a poco, ellos mismos serán los que pidan ingresar en el Centro al enterarse que allí es donde se vive un cristianismo integral y en donde se encuentran a los muchachos más conscientes de su misión de Cruzados de la Nueva España. Les decía que él les ayudaría con sus pobres oraciones y con sus sacrificios [94]
Les pedía también que, al constituirse el Centro, le indicasen quien había quedado de Presidente y si funcionaba con normalidad; que le enviasen una lista de todos los socios que pertenecían a él indicando los años y cargo que han desempeñado antes en la Juventud o si eran nuevos en la Obra, pues todos estos datos eran de sumo interés para el Secretariado de Frentes.
«Respecto a las fichas que debían enviarme los Centros de Vanguardia y de Transeúntes, opino como tú [95], tan es así que en la primera circular que dirigí a todas las Uniones Diocesanas encargándoles el perfeccionamiento del Secretariado de Ausentes les hacía ya esta indicación, pues es la única manera de completar la Obra de apostolado que estamos realizando durante la guerra. Si cada Centro envía al Consejo Superior la ficha de sus asociados con indicación de su punto habitual de residencia y la Diócesis a que pertenecen, nosotros podemos reexpedir esta ficha a la Unión Diocesana correspondiente y le servirá el día de mañana para la fundación de nuevos Centros. Mas lo que pasa, es que no se pueden conseguir todas las cosas a un tiempo: primero se ha logrado que el espíritu se avivara precisamente en esas circunstancias de guerra y ahora, que ya se ha creado este espíritu, será el momento oportuno para recordar estas obligaciones».
«Raro era el día que sobre su mesa de despacho no llegaba una carta anunciándole con trompetas de plata la constitución de un nuevo Centro de Vanguardia» [96]
Estos Centros surgieron en todos los frentes, en todos las armas y cuerpos de ejército donde se extendió el apostolado juvenil con estilo heroico de cruzada, gracias al espíritu que supo alentarles Manuel Aparici. «De más de 200 Centros a finales de 1937, se pasó a 400 a últimos de 1938. A la terminación de la guerra (1 de abril de 1939) su número se elevaba 456 [97], que agrupaban 16.000 jóvenes de Acción Católica, de los cuales un 60% no conocía nuestra Obra antes de iniciarse la guerra, que a su terminación sirvieron para la reconstrucción de los Centros Parroquiales de la Juventud; y otros muchos jóvenes de Acción Católica, es necesario tenerlo en cuenta, hicieron apostolado en primera línea, sin conseguir formar el Centro de Vanguardia»[98].
«Sin embargo –escribe SIGNO [99]– hay algo más que el número. Hay espíritu. Si éste se pudiera calcular nos daría cantidades enormes. Tendríamos que acogernos a la incógnita matemática “tiende a infinito”. Sacrificios ocultos, ansias de lo mejor, de escalar cumbres excepcionales.
»Tanta era la admiración de los católicos de Argentina por la vitalidad de la Juventud de Acción Católica Española y por sus Centros de Vanguardia, que la revista de Buenos Aires HEROICA, en su editorial titulado: “Hablemos de España”, dice entre otras cosas: “La Acción Católica ... ¡Cuánto se ha adelantado en pocos meses! ...
»Si vierais de conjunto la obra de la Juventud de Acción Católica sentiríais como yo estremecer vuestro corazón con la impresión de vértigo que producen las obras de
Dios ...
»Resume a continuación la actividad de nuestros Centros de Vanguardia y añade: ¡Y qué Centros! ¿Cuándo se ha visto en el mundo ejemplos semejantes? Hacia la Madre Patria, que nuevamente nos ilumina y alienta, los jóvenes de América volvemos hoy los ojos conmovidos: ¡No olvidemos sus héroes y sus ejemplos!».
Por otro lado, «la gran escritora norteamericana, Jane Anderson, que estuvo a punto de ser fusilada en Madrid, y que de vuelta a su Patria, fue un ardiente propagandista, visitó a Manuel Aparici en Burgos en diciembre de 1938 acompañada de su esposo, Sr. Cienfuegos, quien le expuso la labor que realizan los Centros de Vanguardia y los hechos más sobresalientes realizados por los jóvenes de Acción Católica. Se mostró admirada del espíritu de nuestros jóvenes. Especialmente la labor de los Centros de Vanguardia mereció elogios suyos ... Es necesario –dijo– que los Estados Unidos conozcan vuestra obra y entregó a Manuel Aparici 200 medallas de la Virgen del Milagro, de Filadelfia, que es la imagen más venerada en Norteamérica, para que las hiciera llegar a los jóvenes de Acción Católica» [100].
«Recorría los Centros de Vanguardia y de retaguardia para evitar que la cruel ocupación de las armas apagara el espíritu apostólico de “sus militantes”» [101], «inculcando la caridad en esos momentos de dolor, tragedia y lucha» [102] y pidiéndoles que «lo que sufrieran lo ofrecieran por el bien de las almas, incluso por los hermanos que luchaban enfrente» [103]. Repartía SIGNO en primera línea, trataba personal y apostólicamente en las trincheras con los combatientes como preparación en las vísperas de las batallas» [104]. Además fundaba Centros tanto en los frentes como en la llamada zona nacional. «Con este motivo hubo de desplegar actividades que en no pocas ocasiones le supusieron peligros y sacrificios ... » [105].
«Visitaba también todas las Diócesis que se encontraban en la llamada zona nacional» [106] así como los Consejos Diocesanos liberados. José Luis López Mosteiro, a este respecto, va más allá. Declara que: «visitaba los Centros de los Jóvenes por toda España, durante la Guerra Civil, y venía a La Coruña con frecuencia … Celebraba reuniones interparroquiales rotativas procurando reunirnos cada vez en una Parroquia, en donde se hacía la convivencia, la revisión de vida (ya entonces), y la Eucaristía. Después quedábamos con él, todavía mucho tiempo, escuchándole, preguntándole, gozando de su presencia. Era conocido en La Coruña nuestro paseo por el Cantón Grande sobre las diez de la noche, rodeados de Manuel Aparici, empujándonos para estar más cerca de él … Nos hablaba, como Jesús hablaba con sus discípulos … Su presencia entre nosotros era carismática. Escucharle era el goce del corazón. El alma se serenaba estando con él. Con la ligera aspiración de sus palabras, modo de hablar característico de Manolo, nos embebía de Cristo».
Por su parte, Antonio Santamaría González nos habla de una visita de Manuel Aparici a Zaragoza, a la que tuvo que ir por razones militares, y cómo aprovechaba el tiempo para estar con sus jóvenes que por diversas causas tenían que permanecer algún tiempo en la Ciudad. Zaragoza era paso obligado para las fuerzas que operaban en los diversos frentes próximos; era centro de intendencia y también de diversos hospitales [107], donde algunos de nuestros jóvenes permanecieron semanas y meses.
«Su oratoria era una llamarada que iba prendiendo hogueras por toda la geografía de España. Sólo Dios conoce el número de quienes en sus palabras encontraron el camino de una vida de ejemplaridad seglar o de vocación sacerdotal» [108]. Ya en 1935, a Mons. Jesús Espinosa Rodríguez «le llamó poderosamente la atención por su palabra ardiente y decidida en la defensa de los intereses del Reino de Cristo».
Y por otra parte, había de atender a la abundante correspondencia que «recibía de los jóvenes soldados del frente dándole cuenta de su vida espiritual en campaña y también de sus actividades apostólicas; cosas sencillas pero llenas de vida: rezo del rosario, comentarios a los artículos de SIGNO, ayudar a la Santa Misa los días festivos cuando teníamos “Pater” y se podía celebrar por razones de la guerra, en más de una ocasión con peligro de ser batidos por la artillería enemiga, y más aún por la aviación» [109].
Recuerda con emoción el día de la Inmaculada; adornaron el altar con flores silvestres colocadas en botes de carne o alubias que habían comido el día anterior; asistían todos los libres de servicio. Estos actos religiosos –dice Antonio Santamaría González– contribuían a dar un tono de fiesta pocos días posible, creando entre todos auténtica amistad material y espiritual.
Eran cartas extensas y llenas de consejos espirituales, animando siempre a sus muy queridos jóvenes.
– «Tengo ante la vista la carta que has dirigido al Secretariado General de Frentes –le dice a Lisardo Álvarez Luzaga el día 9 de noviembre de 1937– por la que veo el entusiasmo enorme que tenéis por la Acción Católica y cómo os sentís de verdad apóstoles a lo San Pablo, teniendo como ideal el fundar, a donde quiera que vayáis, un nuevo Centro de Vanguardia como el Apóstol fundaba una Iglesia en cualquier parte en donde pasase. Al veros con este entusiasmo he querido contestaros yo mismo y robando un poco de tiempo a mis ocupaciones lo he encontrado para dedicároslo a vosotros, que sois mi gozo y mi corona y con los que me siento íntimamente unido en espíritu. Hace unos momentos, antes de ponerme a contestaros, ha venido un joven a mi despacho y habiéndome preguntado que cuales eran las actividades de la Juventud en los frentes y que espíritu reinaba entre nuestros muchachos, le he leído vuestra carta. Se ha quedado admirado al ver las ansias de apostolado que mostráis. Como ves vuestra carta ha hecho fruto en donde menos lo podíais pensar ...
»De buena gana os escribiría más largo, pero me es materialmente imposible pues el tiempo corre y son muchas las cartas a contestar … A pesar de los kilómetros que nos separan, me encuentro muy junto con vosotros y todos vuestros éxitos y todos vuestros desalientos los tomo como si fuesen cosa mía. Nosotros los jóvenes de Acción Católica hemos de hacer que sea una realidad la palabra del Maestro a sus discípulos: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado” ...
»Hoy mismo he pasado nota a Administración para que os envíen los Ángeles del Alcázar que pedís».
Le envía también una hoja que contiene las publicaciones que ha hecho el Consejo en los últimos meses y le pide le diga si está con ellos el Dr. Rivera y cuales son sus señas para enviarle lo que le piden.
– «No temas nunca distraer la atención del Presidente –le dice a Antonio Santamaría González con fecha 10 de octubre de 1938 [110]–, ni ocuparme un tiempo precioso, como dices, y menos aún aunque no tengas cosas de interés que te sitúen en tu plano de propagandista. Para mí lo más interesante sois vosotros … Por aquí comprenderás cuánto me interesan los Propagandistas del Consejo [111] no tanto por lo que hagan sino por lo que vivan, pues ya sabes tú que lo importante es estar unidos siempre a
Él …
«Y con relación al frente ¿Qué te diré sino que veo por tu carta que el Señor te ha inspirado un magnífico procedimiento? Retrotraerles a su vida de infancia, llena de ilusión y de alegría, y llena también de fe ingenua; establecer el contacto con aquel pasado suyo que no murió, que estaba dormido, para abrazando ellos su propio yo, que está olvidado, lo hagan crecer hasta que adquiera las mismas dimensiones que su yo intelectual. Su sencillez te hará ser sencillo también, y con la sencillez suma, con la sencillez de la paloma que nos recomienda el Señor, hablarles de Él, con esa sencillez de los corazones que se han llenado hasta rebosar y que tienen que hablar de esa abundancia de sus efectos ...
»Mi enhorabuena por tus conquistas, no por lo que son en sí, sino porque ahora tienes que sentir que esos muchachos que has empezado a acercar al corazón de Nuestro Señor dependen de ti. Eran las ovejas descarriadas y, como el Señor, con toda distancia que pueda existir entre el Redentor y los redimidos, fuiste en su busca, pero ahora que has hecho que se paren, queda la parte más pesada del trabajo: Cargarlas sobre tus hombros y llevarlas al redil. Fíjate que este párrafo del Evangelio viene a ser el principio y el origen de aquella frase de San Pablo: “Completo en mi cuerpo lo que falta a la Pasión de Él, por el cuerpo suyo, que son sus miembros”. Si la libertad de estos muchachos, un poco pródigos, resiste, es preciso que otra libertad se entregue por la suya, y ya sabes que el Señor condiciona su gracia a la redención de la libertad humana. Sobre estos muchachos que conocen algo de lo negro de la vida, aprovecha esa parte negra también. Dicen que las grandes santidades son rebote de las grandes caídas y ponen como ejemplos a San Pablo y a San Agustín ...
»Ya tenía noticias de ese descenso de espíritu a que te refieres en tu carta. Lo esperaba, pero la dificultad debe acrecentar tus bríos. ya que en realidad no eres tú sino Él, quien tiene que vencerla.
»Llevo ya hechas las gestiones para tu venida, por ahora infructuosas. No acabo de comprender por qué me dicen que es necesario que actuemos más y luego no nos dan los medios. Sólo puede ser esto porque aún no sea llegada la hora marcada por el Señor.
»Finalmente, ya que me pides que te aconseje y te exija lo que en beneficio de la juventud sea más necesario, te diré una sola cosa. Que le seas fiel. Con eso basta.
»¿Alegrías y tristezas de la Obra? Muchas. Alegrías, vuestras cartas. Son la mejor prueba de que el Espíritu Santo sigue soplando sobre vuestras almas. Y también los viajes. Por ellos he visto lo que presumía: Que las almas están sedientas de Él, pero esto, como es natural, trae también la tristeza consiguiente: Que la mies es inmensa y los operarios muy pocos. Y por añadidura, aún hay algunos operarios que, siendo buenísimos, quieren ensayar nuevos métodos que pueden perjudicar a la labranza. Pero todo esto, al fin y al cabo, no tiene importancia porque alegrías y tristezas son de Dios y tal vez esas pequeñas espinas son la parte mejor, ya que son la prueba de que caminamos sobre sus huellas.
»Que la Santísima Virgen del Pilar dé fortaleza de pilar a tu alma de apóstol».
Y todo ello, naturalmente, sin desatender la retaguardia ni sus deberes como funcionario.
«Necesitamos de ella –le dice a Antonio Santamaría González– aunque sea reducida a su mínima expresión, obra que os ayude a vosotros, los que dilatáis las fronteras de la Patria española y del Reino de Dios».
En retaguardia visitaba, además, los hospitales viendo uno a uno a los heridos, hablándoles de Jesucristo, del valor del sufrimiento, preparación para la muerte, etc. [112]. Contaba que los heridos agradecían sus visitas: “con tanto trabajo como tienes”. Su respuesta era: visito al Santísimo diariamente y comparto el tiempo de estar con Él sacramentado para verle en ti y pasar a la intimidad con Cristo doliente. Sus palabras eran otras, más extensas y hondas» [113] y organizó la residencia de Burgos para atender a los soldados y heridos [114].
Un Centro de Vanguardia nos ofrece su testimonio, hermoso testimonio en verdad, pero no único; es, podríamos decir, uno de tantos a cual más bello.
«Hay algo que nos interesa mucho y nos emociona un poco. Sufrimos sin remedio y sin hacer práctico nuestros sufrimientos, que es una fuerza espiritual, un torrente parado, un caudal muerto. Hay una hermosa oración … y se nos propone rezarla todos los días. En ella se ofrece a Cristo clavado, el sufrimiento y el dolor, las heridas y el sueño, la incomodidad y los piojos. Se ofrece por los enemigos, por nosotros, por salvar almas, por reparar a Cristo y redimir a quienes luchan ciegamente contra Dios. Es hermoso»[115].
No cabe duda de que los Centros de Vanguardia constituyeron una peculiaridad apostólica apropiada a aquellos tiempos y circunstancias. Fueron de una gran eficacia y mantuvieron un alto nivel espiritual. «Manuel Aparici y los suyos, fuertemente respaldados por la Jerarquía de la Iglesia, mantuvieron el apostolado juvenil en tan difíciles condiciones libre de confusionismos de cualquier orden» [116] y «contribuyeron no sólo a que los militantes conservaran su entusiasmo, sino a que muchos soldados conociesen a Cristo, a la Iglesia y recuperasen la fe» [117].
7. En plena guerra los soldados hacen Ejercicios
He aquí un pequeño botón de muestra del espíritu sobrenatural que animaba a aquellos jóvenes de Acción Católica..
Antonio Santamaría González llega a Vitoria el 26 de octubre de 1937 con su Unidad procedente del frente de Asturias donde descansaban mientras se reorganizaban las fuerzas. Aprovecha esos días para invitar a sus compañeros del Centro de Vanguardia a participar en un tanda de Ejercicios Espirituales internos, de una semana de duración. Puede contar con una veintena de su Batería, unos pocos de la 7ª y un legionario. Escribe a Manuel Aparici dándole cuenta de sus intenciones, y éste le pone en contacto con D. Andrés de Soloaga, Director de la Caja de Ahorros de Vitoria (en 1940 estaba de Director de la Caja de Ahorros de Madrid). Por medio de este señor consigue que les reciban en el Hospital «Fundación Molinuevo» por una pensión igual al rebaje de rancho del cuartel y, además, que los Ejercicios sean dirigidos por un P. Jesuita. El Capitán les concede el permiso para estar fuera del cuartel y percibir el rebaje de rancho. Paga la pensión de todos y le sobran 21 pesetas, que encarga a Riera, uno de los ejercitantes, entregue en el Consejo como donativo.
Con tal motivo, un diario de Vitoria hace referencia a este hecho singular.
«Cerca de una treintena de soldados –dice–, que han venido practicando los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, dirigidos por el P. Andrés Aristegui S.J., han dado fin a los mismos en una solemne Misa de Comunión.
»Nuestro Rvdmo. Administrador Apostólico Mons. Lauzurica, al enterarse de ello, espontáneamente se brindó a celebrar la Santa Misa y distribuir la Comunión a estos jóvenes ejemplares. Es ayudado por los Rvdos. Sres. Onraita y Landáburu, Capellanes del Hospital de Sangre y de la Casa. También asiste el Capellán Mayor del Ejército D. Pedro Buesa y la Comunidad de Hijas de Santa Ana, personal facultativo, el Director Dr. D. Felipe Elizagarte, la Delegada Provincial de Asistencia a Frentes y Hospitales, Srta. María Cruz Guinea; representantes de la Acción Católica masculina de Álava, D. Andrés de Soloaga y D. Luis María Uriarte y Lebario. Y cómo no, Manuel Aparici.
»Monseñor les dice en su plática, entre otras cosas, que ellos han de ser la levadura de la nueva España, que conquiste los espíritus y las almas para Cristo.
»Los militantes de Acción Católica son: Burgos 5; Navarra 7; Valencia 2; Santander 5; Galicia 2; Palencia 2; Guipúzcoa 3; Cataluña 2.
»El Gobernador Civil, Sr. Esparza, por medio de una de sus hijas, ha enviado un obsequio de tabaco a los soldados ejercitantes y a los heridos hospitalizados en el Hospital “Fundación Molinuevo”»[118].
8. Nueva época de SIGNO
«Como todo aquello (LA FLECHA, SIGNO, etc.) había quedado en Madrid, a Manuel Aparici le fue preciso valerse en los primeros momentos de la modesta revista del Consejo Diocesano de Burgos, hasta que pudo reorganizarse y salir otra vez SIGNO» [119], «suspendido en Madrid por la persecución de que era objeto cuanto con la Iglesia se relacionase» [120].
Solicitó la ayuda de Manuel Martínez Pereiro para asistirle en dos preocupaciones que tenía: asegurar la salida de SIGNO y organizar, a falta de la que se había proyectado para 1937, una peregrinación al menos simbólica a Santiago. Éste accedió a ello y se trasladó desde La Coruña a Burgos.
«Uno de los problemas que agobiaba al Presidente –dice Manuel Martínez Pereiro (Cf.)– era asegurar la salida periódica de SIGNO como medio de mantener el espíritu sobrenatural de nuestros jóvenes combatientes que no dejaban de contagiar a sus compañeros. Creía que tal reforzamiento espiritual era su mejor aportación a la defensa de la esencia de España que el marxismo pretendía destruir.
»Lo había intentado dos o tres veces sin conseguirlo porque, en aquellas circunstancias, no se encontraron en Burgos los medios materiales y personales para tirar y distribuir los números con la rapidez necesaria, lo cual influía de modo importante en el aspecto económico que en aquellos momentos sobre todo era fundamental.
»Con calma y paciencia afrontaron este tema para resolver inmediatamente la raíz del mal: la rapidez en la tirada y en el “cierre” o distribución. Miguel Palomares, Presidente de la Juventud Católica de Tarrasa (Barcelona), que se había pasado a la zona nacional y trabajaba en una agencia informativa, dio resuelta la dificultad al conseguir la eficaz colaboración, primero de un diario de San Sebastián y luego de otro de Bilbao. Por su parte, Manuel Aparici nombró Director de SIGNO a Esteban Fernández, hombre decidido y eficaz además de competente, y montó un “Consejo Editorial” variable según los elementos de que se disponía y que se reunía regularmente para preparar los originales de SIGNO que el Director se llevaba con las etiquetas para los destinatarios del periódico. Invitaba a cenar al personal de la imprenta y, abonándoles las horas extraordinarias, componían, tiraban y “cerraban” la edición. Y así en doce o catorce horas ... SIGNO pasaba de las cuartillas de los redactores a las oficinas de Correos para llegar a todos los frentes. Gracias a Dios la regularización y periodicidad se prolongaron hasta varios años después de terminada la guerra, aunque bajo la dirección de Manuel Vigil y Vázquez, de la Editorial Católica.
»En el éxito logrado no debe omitirse la magnífica colaboración de los Jefes de los Centros de Vanguardia y de varios Oficiales Provisionales que aseguraban el pago puntual de los paquetes que recibían. Ni tampoco que el día del Papa del año 1938 se celebró con un número extraordinario cuya tirada alcanzó los 200.000 ejemplares, bastante por encima de lo normal».
Pese a la escasez de recursos reaparece el 20 de noviembre de 1936 con numeración vieja y lo hace el mismo día en que muere Antonio Rivera. Otra vez el cuarto número, pero esta vez fechado en Burgos, y el primero de esta segunda época editado en zona nacional. Sólo habían salido cuatro números en Madrid antes del 18 de julio de 1936. El cuarto aunque preparado, no pudo distribuirse; quedó almacenado. Los negros presagios se habían cumplido. España estaba en guerra. Sin embargo, tres salidas habían bastado para ganar el corazón de los jóvenes.
«Con su reaparición, los jóvenes de Acción Católica se sienten orgullosos de su publicación (juvenil y espiritual); se percatan de que su Obra existe, que su preparación espiritual no fue en balde ... » [121].
Con su esfuerzo logra que sea un órgano vital para el espíritu cristiano de los combatientes católicos, de los Centros de Vanguardia y de los Centros y Órganos de la Juventud de Acción Católica que perviven en la zona nacional, aunque esté preferentemente dedicado a los primeros. Hubo momentos en que toda la Organización estaba atendida por él y uno más, pero el desaliento no hace mella en él, porque sabe que la Obra es de Dios y Él la ha de proteger.
«De Cara a Santiago», firmado por él, es el gran editorial con el que reaparece. Y urgidos por las instancias de Manuel Aparici, el gran Presidente Jacobeo de la Juventud de Acción Católica, todos los Consejos Diocesanos y Centros se sentirán impelidos a la Vía Compostelana de un catolicismo militante de vanguardia.
Los primeros meses fueron difíciles, pero se vencen. Luego empieza a salir con regularidad cada 15 días. La tirada aumenta. No son sólo lo leían los jóvenes de Acción Católica [122].
«En aquel SIGNO burgalés, convertido pronto en semanario, se acentuaba el sentido peregrinante» [123] y llevaba el espíritu cristiano propio de aquella época. Tuvo una divulgación jamás igualada. Es cuando empieza su época dorada. Su alma, como siempre, Manuel Aparici.
«José María Gárate en su libro “Mil días de Fuego”, página 200, escribe: Ahora se dedica íntegramente a los Centros de Vanguardia. Hay algo que nos interesa mucho y nos emociona ... Sufrimos sin remedio y sin hacer práctico nuestro sufrimiento, que es una fuerza espiritual, un torrente parado, un caudal muerto. Hay una hermosa oración y se nos propone rezarla todos los días. En ella se ofrecen a Cristo clavado el sufrimiento y el dolor, las heridas y el sueño, la incomodidad y los piojos. Se ofrece por los enemigos, por nosotros, por salvar almas, por reparar a Cristo y redimir a quienes luchan ciegamente contra Dios. Es hermoso …
»Para los requetés es un hallazgo este periódico que … espiritualiza al combate … Se edita en Burgos y andan por medio Pepe Rodríguez y Alfredo Miranda, colaborando con Esteban Fernández, el gran periodista callado, eficaz y con olfato para las noticias y su expresión adecuada, que pega fuerte en el alma del lector, cosa difícil en temas tan espinosos como ese de unir la religiosidad y el cuerpo a cuerpo.
»Desde entonces somos varios los que esperamos SIGNO como un consuelo de Dios. Rezamos el rosario en la chabola. Son muchos los que lo hacen y SIGNO es nuestra pequeña meditación. Nos hace ver que a los ojos de Dios nuestras pequeñas cosas no pasan ignoradas, aunque no tengan interés para el parte de guerra y no sean novedad en el frente, sino todo lo contrario, es lo habitual, y nos recuerda que nuestra guerra no es para matar rojos, ni siquiera extranjeros comunistas, sino para salvarnos todos, purificándonos por el dolor. Estos son nuestros sacramentos: El rosario y el periódico del “Apostolado de Vanguardia”» [124].
Este SIGNO fue el de las trincheras, el pregón de los mártires, el banderín de enganche para hacer de España «Vanguardia de Cristiandad» con el refuerzo de todos los pueblos hispanos. Fue también banderín de enganche para periodistas amantes de la verdad y Escuela de Periodismo. Una Escuela viva y ejemplar.
«SIGNO es tronco y raíz de hombres, de empresas apostólicas, de publicaciones que nacieron de su savia. ECCLESIA, por ejemplo, es hija de SIGNO» [125].
Por SIGNO había una admiración sincera tanto en España como en Hispanoamérica y agencias o periódicos extranjeros; periódicos franceses, belgas, portugueses, brasileños, hispanoamericanos, de Oriente, etc. reproducían parte de sus editoriales. Y en más de una ocasión, Radio Vaticana se hizo eco de sus opiniones y noticias.
Esta repercusión alcanzó proporciones notables. En 1948, cuando desde sus columnas, el Consejo Superior llama a la juventud del mundo, y muy especialmente a la hispanoamericana, para hacer la peregrinación a Santiago, ¡cuántas revistas y diarios, sobre todo del continente hermano, reprodujeron textos de él acerca de aquella empresa!
El 29 de junio de 1942 el Papa Pío XII otorgaba de todo corazón su Bendición Apostólica «a los Jóvenes de Acción Católica de España, que ayer supieron sellar su fe con la sangre generosa de sus héroes y hoy han mostrado su ardiente celo apostólico con las vocaciones ofrecidas al santuario, y de modo especial a su vibrante SIGNO, propagador entre la juventud española del amor al Vicario de Cristo y a sus enseñanza».
Por su parte, «L´Osservatore Romano», en su edición del 26 de junio de 1951, le dedicaba palabras de elogio.
9. 1937: Año Santo Compostelano
A finales de 1936 Manuel Aparici hace un llamamiento, orden y no consejo –dice– a los jóvenes de Acción Católica. Es la hora de Dios.
«Dos formas tiene la Acción Católica de alcanzar el altísimo don de “instaurarlo todo en Cristo”, que le asigna la Iglesia.
»La una, forjando las grandes instituciones sociales que hacen fácilmente asequibles a los individuos los bienes de orden sobrenatural. Instituciones que siempre, siempre, pero aún con mayor obligación en los períodos de grandes crisis religiosas, morales y sociales, tenemos el deber de conservar y perfeccionar. Yerra, pues, y yerra gravemente, quien crea que las actuales circunstancias le excusan de trabajar en su propia organización. Sólo los destacados en los frentes o en localidades distintas de las de su residencia, en donde no exista Organización de Juventud de Acción Católica, tendrán excusa para ello. Los demás, no. Los movilizados, ciertamente que habrán de servir primero, y a la perfección, todas las obligaciones que su milicia le impone, pues al hacerlo cumplen su deber de caridad para con la Patria; pero en el tiempo que les quede libre, esa misma caridad les obliga a perfeccionar y desarrollar la Institución creada por la Iglesia para apostolado de la juventud.
»No se olvide que ... España y Cristo necesitan que después de la victoria no se malogre el inmenso caudal de generosidad, espíritu de sacrificio, amor patrio, y de espiritualidad, en una palabra, que a costa de tanta sangre y tanto mártir está atesorando la Juventud de España. Por ello, mis palabras son orden y no consejo. Es preciso, absolutamente preciso, que con los aspirantes y jóvenes que les quedan funcionen y se desarrollen nuestros Centros y Uniones Diocesanas, con todas sus instituciones complementarias, para que puedan acoger a los valientes soldados de Dios y de España cuando regresen a sus hogares cargados con los laureles de la victoria.
»Mas también de otra manera alcanza su finalidad la Acción Católica, y es penetrando por medio de sus individuos las grandes instituciones sociales de los bienes de orden sobrenatural. No menos urgente y apremiante que mantener y desarrollar nuestra organización, es que nuestros jóvenes difundan todo su espíritu en las Milicias y Cuerpos del Ejército a que se adscribieron para defender a España y el reinado de Cristo en nuestra Patria. Más urgente y apremiante, porque difícilmente encontrarán los jóvenes apóstoles seglares coyuntura mejor. El reto de indiferencia y de prejuicio que entre nosotros y los demás jóvenes ponía la frivolidad de las costumbres, se ha cerrado. Hoy el amor patrio, el sentimiento del peligro, los azares y privaciones de la campaña corridos en común, nos funden y nos mezclan con los demás jóvenes. Quien sea apóstol por el corazón y no por la insignia, en ese marco magnífico de la guerra tiene ocasiones múltiples para mostrar a sus compañeros de armas y de riesgos todo el tesoro del ideal, de fe y entusiasmo apostólico que su corazón encierre. Y estas ocasiones, para el apóstol, significan providencia de Dios.
»Para todos esos jóvenes de alma noble y generosa que tienes junto a tu corazón, la guerra es la hora de Dios. La permitió, entre otros ocultos fines, para que tú, joven de Acción Católica, pudieras vivir en medio de ellos y llevarlos al Reino de Dios.
»Con concisión de orden repito: Todas las organizaciones, en marcha. Todos los jóvenes, en acción» [126].
Y «el 22 de diciembre, por las radios de Vigo, Burgos y Sevilla, se dirige un mensaje del Presidente Nacional a los jóvenes de Acción Católica de España invitándoles a que, al cumplirse el Año Santo Compostelano, digan todos con los apóstoles San Juan y Santiago y con los mártires de la Juventud «Possumus»; y asiste una representación de la Comisión Gestora [en ella va él y el Viceconsiliario General] con banderas de los Centros de las Diócesis situadas en zona nacional a la ceremonia de apertura de la Puerta Santa» [127].
Tres meses después, Pío XI hace una llamada a una «Cristiandad ejemplar» en su Encíclica «Mit brennender sorge” de fecha 14 de marzo de 1937 [128]. Ello refuerza considerablemente el ideal peregrinante de Manuel Aparici hacia la Cristiandad ejemplar con la peregrinación y el Congreso, aunque la guerra obligase a esperar.
Y al llegar el Año Santo de 1937, en plena contienda, se celebra la «Vigilia del Apóstol en todos los frentes y hospitales y una representación de la Juventud de Acción Católica y su Presidente Nacional, con todo el Consejo, se traslada a la ciudad del Apóstol» [129] «con los mutilados y heridos que estaban en condiciones y con los jóvenes que descansaban en la retaguardia. La falta de alojamientos en la ciudad Compostelana se resolvió con buen humor y alegría para la noche del 23 al 24 utilizando haces de paja en locales disponibles de una obra benéfica; la siguiente noche tuvieron la Vigilia ante el Apóstol ... con mejores resultados espirituales que la que había fracasado» [130].
Como Presidente Nacional leyó el Voto Promesa de Peregrinar a Santiago.
«Al llegar a Santiago comprendí que venía a recibir inspiración y fuerza del Apóstol para dirigirme a todos los jóvenes de Acción Católica de España e Hispanoamérica pidiéndoles que, con su vida santa, hicieran posible el Congreso con que queríamos honrar a nuestro Padre en la fe» [131].
Días antes, el 15 de julio, prometía terminar la peregrinación el día 25.
«Vamos a prometer todos –decía– terminar nuestra peregrinación en Compostela cuando la Victoria nos traiga como fruto la Paz de Cristo. Terminar porque la peregrinación empezó cuando el Santo Padre bendijo nuestro proyecto. Y en eso andamos, bebiendo la amargura de nuestra propia sangre en ruta de martirio. Sin desmayar. Nuestra peregrinación continúa» [132].
Pocos días después de haber tenido lugar la Vigilia del Apóstol, se recibieron desde Guatemala y San Salvador sendas cartas relatando los actos celebrados los días 24 y 25 de julio para estar espiritualmente unidos a los peregrinos de Compostela.
Dado que la paz no había llegado, Su Santidad el Papa Pío XI da a España una inusitada prueba de amor. Por vez primera en la historia el Santo Padre prorroga un Año Santo Compostelano (a 1938) con el fin de que si terminaba la guerra, los jóvenes de Acción Católica pudieran celebrar su anhelado propósito. Pero la paz sigue sin llegar.
Con este motivo, Manuel Aparici dirige una carta a los Jóvenes de Acción Católica invitándoles a caminar en espíritu hacia a Santiago y lanza desde SIGNO un llamamiento a los jóvenes católicos de Hispanoamérica para que se unieran a los españoles en aquella marcha de penitencia.
«Cuando concluyó el Año Jubilar de 1937, en plena batalla de Teruel, los Centros de Vanguardia mantuvieron constantes en su ánimo el sentido de una peregrinación aplazada por la guerra, o más bien prolongada en ella por caminos divergentes, que alargaban indefinidamente el tiempo y el andar del peregrino–soldado, pero que se cumpliría en el Año Jubilar de 1943 más pleno, triunfal y agradecido, por el bien que la ascética combatiente traía a las almas, y por el supremo bien de la victoria bajo el patrocinio del Apóstol» [133].
Al año siguiente, en la vigilia y festividad de Santiago de 1938, no fueron sólo los jóvenes españoles los que celebraron la Vigilia, sino que a ellos se unieron también representantes de otras juventudes hispanoamericanas. Con tal motivo, Manuel Aparici dirige a los Centros de Vanguardia una Circular pidiéndoles en esa noche unión más viva y ardiente.
«Mis queridos hermanos de apostolado:
»Hace más de dos años, postrado a los pies del Santo Padre, recibí de sus labios la bendición para nuestra empresa. En vuestro nombre fui a exponerle la común ambición: convocar a toda la Hispanidad junto a la tumba del Apóstol para acometer, bajo las órdenes de Pedro y con el patrocinio y caudillaje del Capitán Santiago la reconquista del mundo para Cristo.
»Y la peregrinación comenzó. Dos años largos llevamos en caminar de cruzados. El triunfo de la cruz requería beber Cáliz de Pasión. Austera ascesis y penitencia de la guerra y de la persecución. Al compás de los triunfos de España, los del espíritu. Los de la Patria tienen los nombres gloriosos de Toledo, Oviedo, Teruel, Huesca, Bilbao, Santander, Lérida, Castellón; los del alma, renunciación, desprendimiento, ansia de Dios, celo de su gloria, amor de Cristo y sed de almas. Cuatrocientos de Apostolado de Vanguardia proclaman los avances del peregrino de nuestro espíritu.
»Dos años largos, mas ya alborea. Mirad hacia lo alto. Por el cielo de España cruza una ráfaga de estrellas. Es la luz de los que llegaron hasta ellas por su desposorio eterno con la cruz. Son los hermanos que ya llegaron a Compostela. Los que triunfaron ante los rojos o frente a ellos proclamando con su muerte la Verdad.
»En la noche del 24 al 25, donde quiera que estéis, yo os pido que elevéis vuestros ojos a la altura y que por ese camino de heroísmos, de sacrificios, de martirio, de santidad, enviéis vuestra plegaria, unidos en un mismo amor a todos los hermanos, hasta la tumba del Apóstol. Allí estará vuestro Consejo y vuestras Uniones Diocesanas, y todos juntos pediremos al Señor que abrevie el plazo, aunque aumente el dolor, que somos los hijos de la Iglesia impaciente y nos tarda el momento de llegar peregrinos para rendirle gracias por su triunfo en España y acometer la empresa de reconquistarle el mundo.
»Unidos siempre en el Corazón de Cristo, yo os pido en esa noche unión más viva y más ardiente para que nuestra plegaria la presente el Apóstol ante el trono de Dios» [134].
Y el 30 de diciembre de ese mismo año de 1938 se celebra una Vigilia en Compostela a la que acude el Consejo Superior. Su Presidente, Manuel Aparici, en nombre de la Juventud de Acción Católica de España, ofrenda al Apóstol una bandera del Centro de Apostolado de Vanguardia de Ingenieros Pontoneros de San José como prenda y promesa de acudir en peregrinación cuando la paz se haga en España.
10. En plena guerra, se celebra la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús
Bajo el título «El mes de junio llega ... », Manuel Aparici escribe en SIGNO el 1 de junio de 1937:
«El mes de junio llega ... El que la Iglesia consagró al Corazón de Cristo ...
»Un día, ante el monumento que la piedad hispana levantó en el centro del patrio solar de España, se consagró a Cristo ...
»Vinieron tiempos, tras el triunfo alegre del domingo de Ramos el dolor del viernes de Crucifixión ... Un grupo de jóvenes, que en España vio su luz primera, como en el Pretorio de Pilatos, repitió: “nolete regnare super nos”, no queremos que reine sobre nosotros, y, uniendo la acción al gesto, consumó –en su intención– el torpe deicidio ...
»Hoy en el Cerro de los Angeles, escombros, ruinas, y la piedra en que el cincel grabó la faz de Cristo parece repetir, como en el Calvario: “¡Padre, perdónalos! ... ”
»El mes de junio llega ...tiempo de amor reparador. En él, con brío, como toca a quienes sienten hambre de Imperio español y católico, hemos de acometer la gran reconstrucción: España, una en su fe; grande en su espíritu de Misión; libre en su servicio de Dios, sin impudicia, vicio, pecado, ni error y subiendo arriba, arriba hasta meterse toda en el Corazón del Señor.
»Mas piedra a piedra, hombre a hombre, corazón a corazón hemos de reconstruir nuestra fe. Inútil el deseo de España una, si cada español no sabe unificarse. Y, aún ahora, en nuestra España, hay muchos en quienes la dinamita del vicio, la ignorancia y el error, también logró hacer pedazos la imagen de Jesús. Por un lado, mirando al cielo, cabeza separada del tronco de sus devociones y rezos; por otro, su vivir casi pagano, impregnado de impureza, de injusticia, de blasfemia, de animalidad y de error.
»Seamos uno. No proclamemos realezas a las que hurtamos nuestro yo. Gritemos, sí, ¡viva Cristo Rey!, pero no le fusilemos luego con nuestro vivir material y pagano.
»Empecemos la restauración del Reino de Cristo en nuestro propio corazón. Levantemos en él su trono. Que su ejemplo y su ley rijan todos nuestros actos, los individuales, los familiares, los sociales y los patrióticos y ciudadanos.
»Sólo así; conformando cada español su corazón al Corazón de Cristo, extendiendo su conocimiento y su reinado, con el ejemplo, la palabra y la pluma será verdad esa ardiente aspiración que en su corazón reine en España con más veneración que en parte alguna. Sólo así; haciendo los españoles su divisa del “Cor unum et animan mean” alcanzaremos Unidad Grande y Libre.
»El mes de junio empieza. Acometamos la obra. Oración y sacrificio reparador que conforme nuestro vivir a nuestro orar, sin olvidar en nuestro vivir cristiano a cuantos padezcan por Cristo en la España todavía cerrada a su reinado y a los que no le conocen y odian. Oración y penitencia por ellos ofrecidas al Corazón de Cristo para que Él la presente al Padre. Cada día una posición ganada y un avance hasta que en España toda reine Cristo. Y entonces sí, cuando sea un hecho España para el Corazón de Jesús y el Corazón de Jesús para España, levantemos, no el monumento, sino aquel magno templo que con sus cincuenta y una capillas iban a simbolizar las provincia de España y las hijas de su Raza, hechas una en Cristo para que Él venga, reine e impere en todas las conciencias y en todos los corazones».
11. Fiestas de Navidad
«Con motivo de las fiestas de Navidad, la Unión Diocesana de Burgos organizó una fiesta en la Nochebuena, a la que fueron invitados preferentemente los soldados de Acción Católica que se encontraban de guardia en la plaza. También asistieron parte de los soldados que hacían guardia al Generalísimo.
»Después de la Misa del Gallo, en la que recibieron la comunión más de doscientos soldados, éstos fueron obsequiados con un espléndido desayuno, en el que no faltaron los manjares típicos de los días de Navidad.
»Manuel Aparici, a ruego de los soldados, hubo de improvisar un discurso, para poner con él fin a la fiesta celebrada con tanta intimidad.
»Con elocuentes y afectuosas frases, hizo destacar la grandeza y amor de la Iglesia, que en los días de Navidad borraba el sentimiento por el recuerdo del hogar lejano, reuniendo a los jóvenes de Acción Católica, como en una gran familia, para celebrar el Nacimiento del Salvador. Dedicó un recuerdo afectuosísimo a los soldados del frente. No silenció a los que sufren en la zona roja, sin poder celebrar el gran acontecimiento de la venida del Salvador. Y, por fin, habló de nuestros hermanos de América, a los que tiene tan grabados en el corazón, y cuyas tierras las ve como el futuro, pero próximo, campo para realizar la gran misión de la Juventud de Acción Católica Española.
»Un aplauso caluroso acogió todo su discurso.
»Se rezó en común la oración por los enemigos y terminó la fiesta con las felicitaciones de las Pascuas» [135].
12. Campaña de Navidad Juventud Femenina de Acción Católica
Del artículo firmado por Manuel Aparici y publicado en ¿El Castellano?, en fecha (?) [136], destacamos:
«!El Señor se preparó todas las cosas para nacer ...
»Quiere nacer también ahora en nuestro siglo en las almas de los que fueron siempre sus predilectos: los jóvenes ... y ha abrazado también la bandera de la lucha contra el triple enemigo, que la guerra es siempre cruz, pero cuando se hace por Cristo, y la hace España, es auténtica Cruzada. Cada alma de Cruzado es ya como la gruta de Belén: mortificación de la carne, desapego a los bienes materiales y olvido de sí mismo, sólo falta que Jesús nazca en ella como antaño lo hizo en Belén.
»Mas en Belén fue llevado en el seno bendito de María, a quien guiaba y protegía San José ...
»Para que nazca en las almas de los jóvenes es menester que alguien le lleve, que su fe y su caridad se aviven, precisamente en estos días en los que la Santa Iglesia nuestra Madre nos recuerda el natalicio del Señor.
»¿Y quienes más indicadas que las madres, las hermanas y las novias? Son los días pascuales los de más viva unión familiar ... También son los días de las nostalgias más hondas, cuando más se recuerda al ser querido ausente de entre nosotros, aunque más que nunca le llevemos en el corazón.
»Por ello, el magnífico intento de la Juventud Femenina de Acción Católica, Navidad en el hogar, en el hospital y en los frentes. Navidad intensamente vivida con todo el espíritu litúrgico de la fiesta, que la Iglesia quiere que contemplando al Dios–Niño comencemos a sentirnos como niños, para que así entremos en el Reino de Dios. Navidad intensamente vivida en la Iglesia, que es el hogar común de los fieles, y en cada hogar. Que las almas se llenen del “Niño que nos ha nacido y del hijo que se nos ha dado” ...
»Y, entonces, sobre las almas de los jóvenes, que la dura penitencia de la guerra ha preparado, “los cielos enviarán su rocío de lo alto; y las nubes lloverán al Justo”. Y de uno a otro confín de nuestra España se extenderá el cantar angélico: “Gloria a Dios en lo más alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”».
13. El Ideal Peregrinante como estilo de vida
Con su respuesta al llamamiento del Papa Pío XI a la «Cristiandad Ejemplar» [137]; es decir, su ideal de forjar la Vanguardia de esa Cristiandad, Manuel Aparici, llevado de su sed de almas, había visto claro. «Y esto en un período apasionado, difícil para ver claro, porque para muchos era obscuro y para otros confuso aún con buena voluntad», afirma Mons. Maximino Romero de Lema.
«Con su llamamiento, permitió situar sin equívocos a la Juventud de Acción Católica en su verdadero papel … y consiguió darla un inequívoco aire de apostolado tanto en las trincheras, primero, como en los Centros Parroquiales, después, viveros de peregrinos jacobeos». [138] La ansiada peregrinación a Santiago de Compostela había de ser el medio para tan intrépida decisión.
¡Ser santos! Esta fue la aspiración y el compromiso de aquella juventud capitaneada por Manuel Aparici. «Para Santiago, santo», se decía Antonio Rivera, el «Ángel del Alcázar», y se repetían los peregrinos a Santiago. Y esto ocurría muchos años antes de que el Concilio Vaticano II proclamara la universal vocación a la santidad en la Iglesia.
Porque Manuel Aparici «hizo brotar de su genio de apóstol un estilo peregrinante que impregnaba nuestras vidas … y nos decía: la peregrinación espiritual es una marcha ascética que hay que realizarla día a día» [139]. Y les enseñó a entender y a vivir la vida como una peregrinación [140]. Porque, para él «Peregrinar es caminar por Cristo al Padre, a impulsos del Espíritu Santo, con la ayuda de María y llevando consigo a los hermanos».
Quiso dar ese sello de peregrino constante a nuestra Juventud para restaurar el sentido dinámico de la vida cristiana, porque ésta no es más que un ir constante al Padre. Este distintivo específico de la Obra empieza propiamente con la peregrinación a Roma en 1934 –como ha quedado dicho–. En ella se ratifica la vocación peregrinante de la Juventud de Acción Católica Española. «Es la ocasión –dice Manuel Aparici– en que se manifiestan las ventajas que puede reportar la peregrinación».
El desarrollo histórico del Ideal Peregrinante hacia la «Cristiandad ejemplar» coincide prácticamente con la historia de la Juventud de Acción Católica hasta después de la magna Peregrinación a Santiago de Compostela en 1948; y se relaciona con los «Cursillos de Cristiandad». Por eso, pretender escribir la historia de las peregrinaciones de la Acción Católica [141] es tanto como relatar la propia historia de esa Juventud.
Penitencia y peregrinación es su lema, y con este espíritu se va siempre a los lugares santos para salir fortalecidos y con ánimo para más grandes empresas. El Pilar, Santiago, Roma y tantos santuarios marianos de nuestra Patria resumen la historia peregrinante de veinticinco años de Juventud Católica.
Cinco fueron las grandes peregrinaciones de la Juventud de Acción Católica en su ya larga historia. La de Roma, en 1934, semilla y vivero de la heroica y legendaria Juventud del 36, fue la primera ... La segunda a Zaragoza, en 1940, inolvidable por muchísimas cosas, y que fue recuento y acción de gracias de la Juventud que acababa de terminar la guerra. La tercera, a Santiago de Compostela, en 1943, sólo de dirigentes y preparatoria de la magna Peregrinación de 1948, que fue la cuarta. El Pilar, fundamento; Santiago, ímpetu; Roma, norma. A Roma en el Año Santo de 1950, la quinta [142].
«En relación con la “idea peregrinante” que tenía la vista puesta en Santiago, y en la hondura que debía alcanzar no cabe olvidar los “Cursillos de Adelantados de Peregrinos” que Manuel Aparici inició y promovió muchos años antes y que después [durante su Consiliaría, referente obligado] fueron adoptados y propagados con el nombre de “Cursillos de Cristiandad”, con algunas modificaciones, por Mons. Hervás, Obispo de Mallorca» [143].
Y «el ULTREYA adoptado por los Cursillos de Cristiandad como nombre de sus asambleas, denotaba también un indudable tono santiaguista. Y así era. Su más remoto origen eran aquellos “Cursillos de Adelantados de Peregrinos” ... A estas tandas sucesivas acudían muchachos de toda España, no muchos, pero excelentes de ánimo y de formación. Los Cursillos eran intensos y muy completos. Jornadas de Oración con las que un excelente cuadro de profesores trataba de conseguir que la peregrinación masiva de la juventud en el Año Santo de 1943 fuera algo más que un turismo intranscendente, para que dejase huella profunda en el alma de los peregrinos …
»Sobre este precedente y quizá en la mínima conexión con él, celebró Bonin, el dirigente mallorquín de Acción Católica, unas Jornadas en Tarrasa, por agosto de 1946, que vinieron a resultar el ensayo de las que después celebrarían los jóvenes de Acción Católica en Mallorca para preparar la Peregrinación a Compostela del año 1948. Los textos del pre–cursillo de Tarrasa se habían publicado, pero el Cursillo de Mallorca era mucho más amplio y más hondo. Se trataba de formar una preparación común colectiva, por el estudio de temas religiosos, para que hubiese una unidad de pensamiento, para “preparar los caminos” de la peregrinación material y espiritual, en frase de San Juan. En aquellas reuniones, que por esa finalidad se llamaron ULTREYAS surgieron temas y actos tan eficaces, una espiritualidad común y una vida en gracia para peregrinar, que luego se pensó en materializarla dando estructura a sus ideas y metodología.
»Sobre esa base surgieron los Cursillos de Cristiandad, con el ULTREYA preparatorio de la Peregrinación juvenil de 1948 …
»Con ellos se delimitaba una tesis concreta. Que sobre el hecho viajero de la peregrinación, está el hecho religioso, el de que movimientos de la espiritualidad de distintas épocas no han surgido de un milagro post–peregrinante, sino de un esfuerzo preparatorio, de una disposición del alma y sus potencias para acercarse a los hermanos. No de otro modo se entienden esos dos ejemplos –señalados al azar, porque habrá muchos más– de que preparando peregrinaciones naciese un periódico eficaz de la Juventud Católica y el movimiento de Cursillos de Cristiandad» [144].
«En los Cursillos se hizo famoso su “Compromiso de Peregrino” y el “Examen del Peregrino”. Cada noche, después de la cena, se reunía con nosotros. Y nos hacía él mismo el examen del Peregrino. Callado, recogido, impresionante: ¿He vivido hoy como peregrino? Y cada uno respondía en su corazón, mientras Manolo rezaba por todos y con todos» [145].
Vocación Hispánica
Vocación Hispánica. Es decir, vocación comunitaria de los pueblos hispánicos al apostolado, para la salvación del mundo. Fue el sueño de Manuel Aparici al concebir la gran peregrinación a Compostela. La llamada de Pío XI le hizo pensar que la Hispanidad habría de ser la Vanguardia de Cristiandad –de esa Cristiandad ejemplar que el Papa pedía–, porque sólo ella podía poner tantas almas al servicio de la Iglesia para salvar al mundo [146].
Un día diría a los jóvenes de Acción Católica:
«Esta es la herencia que recibís: El compromiso rubricado con sangre de edificar la Vanguardia de Cristiandad. Porque la Cristiandad es la porción del Cuerpo Místico que se desarrolla y crece con el tiempo, el Reino de Dios que, aun estando dentro de nosotros, se proyecta y aflora al exterior en la organización familiar, social, política e internacional. Y esto es la Acción Católica, ante todo y sobre todo vida, vida cristiana, de gracia o sobrenatural, que fluye de la cabeza a los miembros y, precisamente, porque es vida, y la vida es tendencia a la unidad, es unidad de todas las fuerzas católicas en torno al centro y fuente de vida que es el Papa y los Obispos. Y a España corresponde ir en Vanguardia en la empresa de rehacer la Cristiandad. Pero la consecución de este Ideal no es posible sino haciéndose cada joven de Acción Católica peregrino de un eterno camino de santidad» [147].
Hoy, los pueblos iberoamericanos aportan a la Iglesia Católica la mitad de sus fieles. Están, pues, llamados a ser hoy Vanguardia de la Nueva Evangelización.
14. En todo momento, supo imprimir a los Jóvenes de Acción Católica un vigoroso sentido apostólico
Primero, en plena República; después, en la guerra sobre todo, mediante la creación de los Centros de Vanguardia, y posteriormente, una vez finalizada ésta, con la campaña de vocaciones sacerdotales y religiosas. «Surgieron un montón de vocaciones en su entorno y yo las atribuyo a su ejemplo» [148].
«En estos tres años (1936/1939) –escribe SIGNO [149]– nada ha cambiado en él; si acaso, sólo se le nota una mayor alegría de espíritu y un sentido aún más profundamente juvenil de las cosas. Todo en él respira optimismo y seguridad en la Obra; optimismo y seguridad que no logran turbar la honda responsabilidad que en aquellos momentos, agosto de 1939 [150], tan propicios para la Obra, se hacen sentir ... ».
«La formidable obra de apostolado de Manuel Aparici durante la guerra fue puesta de relieve con ocasión de la VII Asamblea Nacional de la Juventud de Acción Católica, celebrada en Toledo del 15 al 17 de diciembre de 1939 [Era la primera vez que volvían a entrar en contacto las Uniones Diocesanas después de la guerra, y lo hacían en torno a su Presidente Nacional]. Manuel Aparici, sin casi auxilio ni ayudas, pudo, desde su despacho de Burgos, no sólo sostener la Obra puesta en peligro en la guerra, sino darla un nuevo y definitivo impulso, en el que los Centros de Vanguardia son importantísimo elemento. Su fe y su tenacidad ha preparado este renacer de la Juventud de Acción Católica, que se ha mostrado palpable en la Asamblea de Toledo» [151].
[42] «La persecución –medita en voz alta Manuel Aparici– ha sido siempre fecunda para la causa de la Iglesia. Nosotros hemos tenido también un triunfo en medio de tantos mártires: el de que no haya habido ni una sola apostasía» (De la entrevista que le hizo Pedro de la Mora. SIGNO de finales de 1938 ?).
«Ya estamos en el año veintiséis de nuestra Juventud –escribe por su parte SIGNO de fecha de 6 de mayo de 1950–. Los veinticinco años anteriores de nuestro jubileo se nos han quedado un poco estrechos para contener nuestra fe ilimitada en el porvenir, nuestra energía para proseguir con igual pulso, con mayor entusiasmo, la Obra que unos muchachos decididos fundaban en 1925.
»A través de todo este Año Jubilar hemos ido recordando los hitos de nuestra historia, repasando las páginas de un libro que todo llevamos en el corazón, porque está grabado con ácido de sangre, de insultos, de odios y de rencores. Donde estas mismas páginas hemos evocado aquellos días con una nostalgia comprensible; aquellos años en que subirse a un tinglado para hablar de Dios a una juventud hosca era dejar el nombre en una lista que un día consumiría el ansia insensata de un bárbaro desquite.
»Desde entonces, desde 1925, ¡cuánta gloria y cuánta sangre para nuestra Obra! El mundo giró mil veces, pero aquellos hermanos nuestros permanecieron en el mismo sitio, como si nada cambiase, porque llevaban dentro el principio de la Inmutabilidad.
»Luego, tras una historia densa –historia de España, historia de la Acción Católica Española– llegó el Año Jubilar, que hemos podido celebrar con paz gracias precisamente a aquellos hermanos que fueron incapaces de sentir el temor ... Y por eso mismo nuestro Año Jubilar ha tenido certeza de tedéum y gozo de aleluya. Porque millares de sacerdotes y religiosos, de hermanos nuestros de la Juventud, ignoraron lo que era la palabra “apostasía” ... ».
[43] Extremo éste que corrobora Mons. Maximino Romero de Lema.
[44] Manuel Vigil y Vázquez.
[45] Virgilio José López Cid.
[46] Manuel Vigil y Vázquez.
[47] «Los elementos integrantes de la Comisión Gestora y de la Unión Diocesana de Burgos son los mismos ... » (SIGNO de fecha 20 de noviembre de 1936).
[48] En dicho pleno «se había acordado que si en algún momento las circunstancias políticas o sociales por las que atravesaba España hicieran imposible la comunicación del Consejo Superior con los Diocesanos, los Vocales Archidiocesanos del Consejo Superior asumirían las funciones del Consejo Superior» (Guía de la Iglesia y de la Acción Católica. Año 1943).
[49] Guía de la Iglesia y de la Acción Católica. Año 1943 y SIGNO de fecha 20 de noviembre y 24 de diciembre de 1939.
[50] Cf. Rvdo. Antonio Santamaría González.
[51] Manuel Martínez Pereiro.
[52] Mons. Maximino Romero de Lema.
[53] Ángel Vegas Pérez
[54] Diario YA de fecha 29 de agosto de 1964 e Informe de los Peritos Archivistas.
[55] Cf. Rvdo. Antonio Santamaría González.
[56] Cf. Rvdo. Antonio Santamaría González
[57] Manuel Martínez Pereiro.
[58] Cf. Rvdo. Antonio Santamaría González
[59] «Con motivo de la Peregrinación a Roma en 1950, visitamos a Joaquín Ruiz–Giménez, (era entonces embajador de España ante la Santa Sede) quien nos manifestó repetidamente que debía su vocación y carrera diplomática a Manuel Aparici» (Rvdo. Antonio J. Sanchís Martínez).
[60] SIGNO de fecha 28 de marzo de 1959.
[61] Víctor García Hoz.
[62] Informe de los Peritos Archivistas.
[63] Rvdo. José Manuel de Córdoba (SIGNO de fecha 5 de enero de 1965).
[64] Cf. Guía de la Iglesia y de la Acción Católica Española. Año 1943 y SIGNO de fecha 20 de noviembre de 1950 y 24 de diciembre de 1939.
[65] SIGNO publica el llamamiento de Manuel Aparici «Instrucciones a los movilizados» y está fechado en Burgos en 1937. De él son estas palabras que aparecen en el prólogo.
[66] Diario YA de fecha 29 de agosto de 1964.
[67] «En diciembre de 1938, había llegado a Burgos un enviado extraordinario de la Juventud Católica de Perú, Carlos Pareja, para invitar a nuestros jóvenes de Acción Católica al II Congreso Internacional de Estudiantes Católicos (C.I.D.E.C.) que se celebraría en Lima en marzo de 1939.»Primeramente cumplimentó al Excmo.. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Burgos, Dr. Castro, y después fue recibido por Manuel Aparici. Le dijo que aunque comprendía las dificultades que supone el envío de una Comisión de jóvenes, estando en guerra, él le rogaba, en nombre de la juventud hispanoamericana que se hiciesen todos los esfuerzos posibles para que no faltase en ese Congreso una delegación española. Sin ella –añadió– el Congreso perdería el cincuenta por ciento de su valor. América ansía conocer de cerca a los Jóvenes de Acción Católica de España ... Su presencia será una magnífica inyección de fe y espiritualidad, de hispanismo ...»Manuel Aparici le prometió hacer lo posible y lo imposible por vencer las dificultades para enviar esta embajada a Perú; embajada que será a la vez heraldo en América de nuestro Congreso de Santiago, por el cual queremos encaminar decidida y fervorosamente a la Juventud de España por las sendas del Señor, para atraer a ellas, con el mismo fervor y decisión, a las juventudes hispanoamericanas, para, juntas ambas juventudes, la de España y la de América, luchar y ganar las batallas de Cristo en todo el frente mundial» (SIGNO de fecha 18 de diciembre de 1938).«En 1939 viajan a Lima los siguientes miembros del Consejo Rvdo. D. Emilio Bellón, Joaquín Ruiz–Giménez y Maximino Romero de Lema, Viceconsiliario y Consejeros, respectivamente, para asistir al Congreso, que fue aprovechado para fomentar la Hispanidad. Visitaron en propaganda Santiago de Chile, Buenos Aires, Rosario y Montevideo”. (Guía de la Iglesia y de la Acción Católica Española Año 1943 y SIGNO de fecha 24 de diciembre de 1939).«Con tal motivo, Manuel Aparici, Presidente Nacional, se dirige a la Juventud de Acción Católica de Hispanoamérica:»A todos vosotros, jóvenes católicos de Hispanoamérica, va mi saludo. Hasta aquí ha llegado, con la vuelta de nuestros representantes en el Congreso de Estudiantes Católicos de Lima, el eco de vuestra demostración de amor a la vieja España.»Tenía que ser así: España, en cuaresma de dolor y de sangre, ha vuelto a su antiguo destino, que un grupo de hombres equivocados le quiso hacer abandonar, y ese destino –hacer de cada hombre de habla española un santo– es común a vosotros.»Por eso, en vuestro trato y recibimiento a nuestros representantes, hemos visto la vuelta a la unidad de todos nosotros, los hombres de la Hispanidad.»Muy pronto podremos devolveros el cariño que nos habéis mostrado. En Santiago, junto a la tumba del Apóstol guerrero, el que a todos nos cristianizó, os esperamos en 1940. Gritaremos todos juntos, en unidad de misión, nuestra Fe y enseñaremos al mundo el espectáculo de una juventud que se ofrece hasta el heroísmo y el martirio por el triunfo del Señor en la tierra, por la instauración, en este tránsito amargo, que es el vivir terrenal, del reinado de Cristo.»¡Jóvenes de Hispanoamérica! La Juventud de Acción Católica española os envía su agradecimiento y, con él, la promesa de no defraudar la fe que en nosotros habéis puesto. España, nueva y eterna como la verdad cristiana, es otra vez la de siempre, y os espera a vosotros –que todos somos unos en la Fe–, para la reconquista espiritual del mundo.»Y la conseguiremos porque DIOS ayuda ... y SANT YAGO. (SIGNO de fecha 13 de octubre de 1939).
[68] «Indicaba que no se dieran cargos sólo de papeleo, etc., sin apostolado en ejercicio con personas» (Ana María Rivera Ramírez).
[69] El 10 de octubre de 1938 le dice a Antonio Santamaría González desde Burgos: «Por aquí se está desarrollando un cursillo para los aspirantes a propagandistas de aspirantes: catorce o quince muchachetes que parece que empiezan a entusiasmarse. Pidámosle al Señor que perseveren. De esta forma, cuando vosotros volváis del frente, encontraréis brazos dispuestos para que os ayuden en el trabajo».
[70] Joaquín Zamora Navarro.
[71] Enrique Montenegro L. Saavedra.
[72] SIGNO de fecha 20 de noviembre de 1936.
[73] Pedro de la Mora (SIGNO de finales de 1938?).
[74] José María Castán Vázquez.
[75] Ya «en la VI Asamblea celebrada en Valencia, en octubre de 1935, se trató, entre otras cosas, la creación de Secretariados de Ausentes para atender a los jóvenes de Acción Católica militarizados» (Guía de la Iglesia y de la Acción Católica Española. Año 1943).
[76] Guía de la Iglesia y de la Acción Católica Española. Año 1943.
[77] Mons. Maximino Romero de Lema.
[78] Cf. Rvdo. Mariano Barriocanal.
[79] Cf. SIGNO de fecha 24 de diciembre de 1939.
[80] Rvdo. José Manuel de Córdoba (SIGNO de fecha 5 de enero de 1965.
[81] Rvdo. Antonio Santamaría González.Aunque el testigo no cita el nombre del autor, todo (texto, estilo, etc.) hace pensar que se trata de Manuel Aparici.
[82] José Luis López Mosteiro.
[83] Las bases de organización de los mismos redactadas por dos miembros del Consejo, Víctor García Hoz y Pérez Balsera, junto con el Presidente de la Unión Diocesana de Santiago, José María Riaza Ballesteros, estaban aprobadas por la Jerarquía» (SIGNO de fecha 24 de diciembre de 1939).
[84] «Aparecieron en fechas sucesivas, 5.000 libros, 148.000 folletos y 195.000 hojas de propaganda, exponente de la actividad de un Consejo casi unipersonal ... Manuel Aparici publica la primera circular de IDEALES, órgano de la Unión Diocesana de Burgos ... » (SIGNO de fecha 24 de diciembre de 1939).«En relación con la atención espiritual a quienes se encontraban en el frente o en los hospitales para fortalecer su vida de gracia, conviene añadir que no faltaban publicaciones no periódicas como los folletos “Epistolarios del Frente” (Espíritu de los soldados de Cristo y de España), selección de cartas con una breve presentación de Manuel Aparici; “Milicia de Cristo” (Centros de Vanguardia) que, tras una frase de Pío XI en su discurso a los españoles el 14 de septiembre de 1936, aplica el espíritu y organización de la Juventud de Acción Católica a los Centros que se crean en frentes y hospitales; y “Cristo en las Trincheras” del jesuita Karl Stähli, colección de meditaciones sobre textos evangélicos, que inician cada uno de los breves capítulos que contemplan los momentos vividos tanto en las líneas de fuego como en los hospitales y aun cuando se alcance la paz, después de la victoria» (Manuel Martínez Pereiro).
[85] «A finales de marzo de 1939 hice una recopilación de las actividades desarrolladas durante la guerra por los Centros de Vanguardia; eran testimonios directos, cartas escritas desde el mismo frente. El Consejo perdió una copia y los originales. Manolo dejó una segunda copia a unos hispanoamericanos, que no recuperó, y con la tercera copia me quedé yo; desgraciadamente también desapareció» (Antonio Santamaría González).
[86] SIGNO de fecha 28 de marzo de 1959.
[87] «Que él fundó durante la guerra para los jóvenes que estaban en las trincheras» (Juan Candela Martínez). «A los que bastantes veces, en Ejercicios y Cursillos de diverso tipo, he aludido como creación de Manolo» (Rvdo. Felipe Tejederas Porras). « ... La escuela –le decía Mateo a Manuel Aparici– está regida por una maestra, oficialmente catequista ... la cual está dirigida, a su vez, por un joven sacerdote, unos 43 años, de la Diócesis de Vitoria, que se llama Aurelio Ortiz de Zárate, y que ... en su grupo de artillería aconsejaba a uno de los Centros de Vanguardia por ti fundados (Mateo).
[88] Manuel Vigil y Vázquez.
[89] Manuel Vigil y Vázquez.
[90] «Reunido en Burgos en 1938 el Consejo Superior en la fiesta de Pentecostés –era el primer pleno del Consejo que se celebra durante la guerra, para que acudan de diversos frentes los Vocales del mismo que se encuentran en zona nacional todos movilizados–, estudió las modalidades de los diversos frentes y acordó dar las siguientes “Normas” generales. Constan de diecisiete artículos. Para mejor atender tan extensa labor, acordó crear en algunas Uniones Diocesanas (que cita: siete en total), especialmente experimentadas en este trabajo apostólico y más en concreto en los frentes, Delegaciones del Secretariado de Apostolado en Campaña del Consejo Superior, que tendrán la autoridad delegada del Consejo sobre todos los Centros de Apostolado de Vanguardia que hasta la fecha tuvieran adheridos y los que se constituyan en su demarcación militar ... bien entendido que la Presidencia del Consejo Superior puede ampliar ese número y resolverá cualquier duda o competencia».
[91] «Pienso que Manuel Aparici sintió la Guerra Civil como una Cruzada en defensa de la fe y de la moral cristiana» (César Domínguez Izuel). Por su parte, Manuel Vigil y Vázquez recuerda «aquellos inolvidables años vividos al lado de Manuel Aparici, nuestro Manolo Aparici», y afirma en su testimonio: «Nosotros teníamos un sentido de Cruzada … era el de Manuel Aparici, de sed de almas para Cristo. Sostener esto en aquellas circunstancias tanto a un lado como a otro del frente era arduo ... Los Centros de Vanguardia intentaban dar en el frente el verdadero sentido de la Cruzada. Pero eran inevitables los condicionamientos patrióticos, muy sentidos por muchos de nuestros jóvenes, de lo que se originaba el peligro de confusión … Para mí Manuel Aparici era un ejemplo de entrega al Señor ante el que nadie con deseo de apostolado podía ser insensible dentro de la capacidad de cada cual».
[92] Rvdo. Mariano Barriocanal.
[93] Cf. Felipe González Sánchez. Quien añade: «Accediendo a los deseos de Manuel Aparici, organicé en mi unidad el correspondiente Centro de Apostolado de Vanguardia, y actuamos tanto directamente con los soldados a mis órdenes, como indirectamente con los que estaban al otro lado de las trincheras por medio de megáfonos durante la noche: tuvo tanto éxito que nuestro Comandante iba todas las noches a escucharlos».
[94] De la carta de Manuel Aparici a Lisardo Álvarez con fecha 9 de noviembre de 1937.
[95] Carta de contestación a –no figura destinatario– de La Coruña, fechada en Burgos el día 1 de julio de 1938, Año Santo en Compostela.
[96] Cf. SIGNO de fecha 12 de diciembre de 1937.
[97] Diario YA de fecha 29 de agosto de 1964.
[98] Cf. Guía de la Iglesia y de la Acción Católica Española. Año 1943 y SIGNO de fecha 24 de diciembre de 1939.
[99] De fecha 12 de diciembre de 1937.
[100] SIGNO de fecha 18 de diciembre de 1938.
[101] Rvdo. Miguel Benzo, Consiliario de la Junta Nacional (ECCLESIA de fecha 5 de septiembre de 1964).
[102] José Luis López Mosteiro.
[103] Carlos Rey Aparicio.
[104] Cf. Ana María Rivera Ramírez.
[105] Rvdo. Mariano Barriocanal.
[106] Cf. Carlos Rey Aparicio.
[107] Anota en su Diario: «He visitado los hospitales, pero he tratado con poca reverencia y amor a sus miembros heridos». Y ello «en el afán de hacerlos cada vez mejores y ganarlos para Cristo. Y de un modo muy especial en la dedicación a los jóvenes en los frentes de batalla y heridos en los hospitales» (Manuel Martínez Pereiro). Y muchos años después volvía a anotar en su Diario: «Cuando yo visitaba los hospitales de sangre aprehendí bien a Cristo crucificado, pero han pasado doce años y casi se me ha borrado esa imagen. Necesidad, pues, absoluta de reservar tiempo en mi vida sacerdotal para obras de misericordia corporal. Y necesidad de hacérselas practicar a los jóvenes de Acción Católica».
[108] Rvdo. Miguel Benzo, Consiliario de la Junta Nacional (ECCLESIA de fecha 5 de septiembre de 1964).
[109] Cf. Rvdo. Antonio Santamaría González.
[110] Estaba éste en la 27 Batería del Grupo de Montaña, Estafeta 27.La carta de Manuel Aparici lleva membrete del Consejo Superior, Burgos, C/Eduardo Martínez del Campo, 14.
[111] «El 27 de diciembre de 1938 hacen su promesa desde el frente nueve propagandistas» (Guía de la Iglesia y de la Acción Católica. Año 1943).
[112] Años después anotaría en su Diario: «La muerte, si llegara, sería la amiga del Esposo; acudiría a ti diciéndote: Amado, Amigo único y fiel, no tengo nada mío que ofrendarte sino ingratitudes y flaquezas, pero tengo tu Corazón, ¡oh Jesús!, que tantas veces me has dado con un dar no fingido como el mío».
[113] Ana María Rivera Ramírez.
[114] Carlos Rey Aparicio.
[115] Rvdo. Antonio Santamaría González..
[116] Manuel Vigil y Vázquez.
[117] Fray Fernando Mata Grande, O.P.
[118] Rvdo. Antonio Santamaría González.
[119] Cf. Enrique Montenegro L. Saavedra. Recuérdese que con anterioridad nos hemos referido escuetamente a la aparición de SIGNO. Ahora tratamos aquí de su reaparición, ya que jugó un papel muy importante en este momento histórico.
[120] Manuel Vigil y Vázquez.
[121] SIGNO de fecha 24 de diciembre de 1939.
[122] En 1938 se llega a 80.000 ejemplares y los números se agotan. Durante la guerra se han publicado 1.240.000 ejemplares y una tercera parte se ha repartido gratuitamente en los Centros de Vanguardia y otra en los hospitales.
[123] Rvdo. Antonio Santamaría González.
[124] Rvdo. Antonio Santamaría González.
[125] Joaquín Ruiz–Giménez (SIGNO de fecha 28 de marzo de 1959).
[126] De diciembre de 1936.
[127] Cf. Guía de la Iglesia y de la Acción Católica Española. Año 1943.
[128] A ella hemos hecho referencia ya en la página 13, nota a pie de página núm. 3.
[129] Cf. Guía de la Iglesia y de la Acción Católica Española. Año 1943.
[130] Cf. Manuel Martínez Pereiro.
[131] Informe de los Peritos Archivistas.
[132] Informe de los Peritos Archivistas.
[133] Rvdo. Antonio Santamaría González.
[134] SIGNO núm. 28, 1938.
[135] SIGNO núm. 16, 1938.
[136] Sentimos no poder ofrecer una referencia más clara.
[137] «Mucho periodismo he hecho –afirma Manuel Vigil y Vázquez– pero para mí los años de SIGNO al servicio de la “Cristiandad ejemplo” son el mejor recuerdo de mi vida profesional y ello se lo debo a Manuel Aparici».
[138] Manuel Vigil y Vázquez.
[139] Cf. José Luis López Mosteiro.
[140] «Me impresionó hondamente su espíritu peregrinante» (Salvador Sánchez Terán).«Manuel Aparici fue uno de los que despertó en mí el Ideal Peregrinante, sellado en Santiago en 1948 … El bordón de peregrino sigue siendo mi emblema espiritual y apostólico. Ahora soy sacerdote y Párroco, pero mi decisión fue sellada en Santiago, al dar el abrazo (el espaldarazo) al señor Santiago» (Cf. Rvdo. Joan Cortés i Tossal).
[141] Se encuadran dentro de un espíritu de peregrinación hacia la santidad.
[142] Etapas peregrinantes de la Juventud según Manuel Aparici: Cruz de Cruz (1925 a 1934: República, quema de Iglesias, etc.), Luz del Cielo (1934 a 1936: Peregrinación a Roma, etc.), Caridad ardiente y Cristiandad devastada (1936 a 1940: Centros de Vanguardia, Peregrinación al Pilar, etc.), Fe intrépida (1940 a 1950: Peregrinación a Santiago; Vanguardia de Cristiandad, Apostolado Especializado, etc.) y Pastor Angélico (1950 Año Santo, Peregrinación a Roma, etc.).
[143] Cf. Manuel Martínez Pereiro.De esta misma opinión son otros muchos testigos: Mons. José Cerviño Cerviño, Salvador Sánchez Terán, Miguel García de Madariaga, José Díaz Rincón, Rvdo. Antonio Santamaría González, Rvdo. Julio Navarro Panadero, su primo Alfredo, etc. y no testigos: el propio Mons. Hervás, el Rvdo. Sebastián Gayá Riera, Consiliario Diocesano de los Jóvenes de Acción Católica de Mallorca, Eduardo Bonín, Eugenio Pérez Fraile, Presidente Diocesano de Cursillos de Cristiandad de Madrid, José Luis Iglesias, Jordi Girau, Iglesia en Camino, etc.A ellos se ha dedicado el número especial de BORDÓN de Octubre de 2002 «Manuel Aparici Navarro, “Capitán de Peregrinos”, y los Cursillos de Cristiandad».El Arzobispo Metropolitano de San Juan de Puerto Rico, Mons. Tomás Roberto, por ejemplo, por su carta de fecha 7 de febrero de 2003 felicita a la Asociación de Peregrinos de la Iglesia por la magnífica información que contiene su número especial de BORDÓN sobre la labor que Manuel Aparici llevó a cabo con los Cursillos de Cristiandad.
[144] Cf. Rvdo. Antonio Santamaría González.
[145] José Luis López Mosteiro.
[146] En esta misión mundial la Juventud Católica de España –afirma Monseñor Jos. Cardijn, Consiliario General de la Juventud Obrera Católica– tiene que cumplir un papel de pionera. ¡Debe estar en la vanguardia de la Juventud Católica del mundo! ... Debe testimoniar el dinamismo de su Fe y de su propio papel misionero ... » (SIGNO de fecha 5 de enero de 1965).
[147] Informe de los Peritos Archivistas.
[148] Rvdo. Antonio Santamaría González.
[149] De fecha 13 de agosto de 1939.
[150] La guerra había terminado cuatro meses antes, el 1 de abril.
[151] Cf. SIGNO de fecha 24 de diciembre de 1939.