«Esta nueva etapa de Manuel Aparici –nos dice Mons. Maximino Romero de Lema– se desenvuelve y progresa en el ambiente de fervor religioso y de tomar conciencia de la necesidad y responsabilidad de los católicos de actuar en la vida pública, en la sociedad española, para conseguir una línea concreta de pensamiento cristiano ...
»Por estas escalas espirituales y seguras llega Manuel Aparici al Consejo Central de la Juventud Católica de España. A estas personas, del año 1928 en adelante, las he conocido y tratado personalmente.
»Las circunstancias en que llega a la Presidencia son bien conocidas: Caída de la Monarquía, República, nueva Constitución y persecución religiosa».
He aquí estas escalas.
Al terminar los Ejercicios externos realizados en 1927 ingresa en la Congregación Mariana de Los Luises. Poco después, en 1928, conoce a D. Ángel Herrera, el cual ejerce una gran influencia sobre él, e ingresa en la Acción Católica, en el Centro Parroquial de San Jerónimo el Real, de Madrid, [1] que «tanto habría de contribuir al despertar y desarrollar su propia responsabilidad –asegura Manuel Martínez Pereiro– así como de los primeros toques que recibió de lo alto. Pronto destacó en el Centro por su grande, contagioso y firme fervor apostólico que le llevaron a los diversos cargos y a constituir un grupo capaz de desarrollar una magnífica labor en la Parroquia».
De una manera constante va asumiendo puestos de mayor responsabilidad, y ello en años tan difíciles, y su figura va sobresaliendo. Tesorero del Centro en 1929, Vicepresidente en 1930 y Presidente en 1931, sucesivamente. En noviembre de 1929 ingresa en la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y se compromete a hacer Ejercicios internos; poco después, el 3 de diciembre, hace su primera vigilia de la Adoración Nocturna, en la que ingresa en 1930 [2]. En este mismo año de 1930 hace sus primeros Ejercicios internos (volvería a hacerlos en 1931, 1932 y 1933) en los que se consagra al apostolado. Y el 14 de abril de 1931 cambia el Régimen y ante el incendio de los templos, jura consagrar su vida a dar a conocer el amor al Señor [3] y «los jóvenes de Acción Católica, y entre ellos él, se organizan en grupos para defender los Sagrarios de posibles ataques de las bandas desalmadas» [4].
«Fue en 1931 cuando la Segunda República hizo patente al catolicismo español su situación externa, y a un reducido sector minoritario, su situación interna. El Cardenal Gomá, a la sazón Obispo de Tarazona, escribe en su pastoral del 10 de mayo de ese año esta frase sin embages: “El catolicismo español ha trabajado poco, tarde y mal”. La Juventud de Acción Católica Española tiene solamente unos 200 Centros Parroquiales en toda España, con apenas 10.000 inscritos» [5].
En estos momentos de persecución religiosa, años 1931 y siguientes «recibió insultos callejeros por ser dirigente juvenil católico» [6].
Antes de ser elegido Presidente del Centro había sido llamado a la Unión Diocesana. Con tal motivo «va a ver al P. Ayala, S.J. para que le diga si debe aceptar el cargo de Tesorero de la Unión Diocesana» [7]; a continuación, va al Centro. «Se renueva la Junta y es elegido Presidente del mismo» [8]. «Más tarde Presidente del Consejo Diocesano de Madrid–Alcalá [9], no tardó en ser llevado al Consejo Superior» [10]. Actúa en la Unión Diocesana sin desatender a su Centro.
Consta que en ese mismo año de 1931 pertenecía también a las Conferencias de San Vicente Paúl. Y, años más tarde, en 1944, Celador del Corazón de Jesús en el Apostolado de la Oración.
En noviembre de este mismo año de 1931–según se lee en su Diario– acepta pertenecer a la Sección de Piedad de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y adquiere el compromiso de hacer todos los días media hora de meditación; además se compromete a fundar un Círculo Obrero, a formar a estos jóvenes y convertirlos en apóstoles. Y concluye: «Luego si yo quiero que sean apóstoles de Jesús, tienen que ver en mí a Jesús. A santificarme; es preciso. Únicamente siendo yo santo podré santificar a los demás» [11].
«La labor que llevó a término en la juventud parroquial fue tan importante que en la Asamblea Nacional celebrada en Madrid, en diciembre de 1931, fue elegido Vocal del Consejo Central» [12]. Con tal motivo escribe en su Diario: «¡Yo, miembro del Consejo Central! … Hay que trabajar mucho. Pero nada se hace. Hay que hacer. Si no hago nada ¿cómo responder ante Dios?».
«Una de sus primeras propuestas al incorporarse al Consejo Central fue la necesidad de contar con una revista mensual para dirigentes –le designan para formar parte de la “Comisión Revista”»; se aprobó la iniciativa encomendándose al redactor de EL DEBATE Nicolás González Ruiz el estudio de los aspectos técnicos y económicos de la publicación. Examinado aquel atentamente, se acordó lanzar la revista con el título LA FLECHA, órgano de las juventudes católicas en España, bajo la dirección del propio Nicolás González Ruiz, aunque debidamente inspirada, en cuanto a contenido y colaboraciones, por Manuel Aparici. El primer número apareció el 15 de abril de 1932. La publicación fue muy bien acogida, ganando suscriptores y llegó a autofinanciarse. En las páginas informativas se daba cuenta brevemente de las actividades de la Asociación» [13]. Manuel Aparici llegó a ser su Director.
«Otra de sus grandes preocupaciones [ya era Vicepresidente] –añade Manuel Martínez Pereiro– fue la de atender el apostolado obrero, sobre la base de mantener hasta el máximo posible la unidad de la Juventud Católica, sin perjuicio de adaptarse también a las particularidades del mundo social en que se viviese. Se consideraba muy conveniente insistir sobre la idea de unidad, más entre los jóvenes, dada la inclinación nacional a la división. En la realidad teníamos Centros Mineros en Asturias y Palencia y Marineros en Galicia. Fuera de la Juventud Católica existían Juventudes Obreras, unas fundadas por el P. Feliz, S.J. y otras dentro de las Asociaciones Obreras Católicas, como en Valencia, y que en total, creo, no llegaban a la decena. Se les invitó para que se incorporaran a la organización general respetándoles las banderas y las insignias, pero el intento no llegó a buen fin.
»Manuel Aparici no cejó en su empeño e intentó formar un grupo presidido por un linotipista de EL DEBATE, Eligio Gómez Ríos [14], pero fue fusilado en 1936 igual que otros trabajadores de aquella empresa.
»El deseo de Manuel Aparici de evitar en lo posible la prematura desunión de los españoles y procurar una mayor armonía entre ellos, le movió a enviar un representante al Congreso de Padres de Familia celebrado en Covadonga en 1934 para proponerles que tratasen de evitar la creación, que se había iniciado, de asociaciones juveniles y hasta infantiles de carácter político, procurando orientarlas hacia otras de tipo apostólico».
Desde entonces hasta su cese en la Presidencia Nacional (18 de octubre de 1941) toda su actuación en el Consejo Central , primero con la revista LA FLECHA, después como Director de la misma y Vocal de Piedad (1931), luego como Vicepresidente (1933) y Presidente en funciones y , por último, como Presidente (1934), fue transfundir esa sed a la juventud de España.
«Su vida desde que empezó a trabajar en la Juventud de Acción Católica, y especialmente como Presidente, –dice Mons. Maximino Romero de Lema– se desenvolvió en períodos difíciles y muy exigentes en todo, y era necesario mucho valor. Incluso valor físico, y carencia de miedo [15] …
»Supo vivir los diversos períodos de la vida española con la “Sabiduría” (no diplomacia) adecuada a cada momento tan diversos los unos de los otros Estas actitudes firmes, lineales, sin ceder a juicios precipitados, no se tienen sin fortaleza sobrenatural. Habiendo vivido todos aquellos tiempos, no habría bastado una prudencia humana para guiar la Juventud Católica. Todo esto lo afrontó con naturalidad, con sencillez, sin ninguna manifestación de protagonismo, y sacrificando intereses propios profesionales, aceptando con alegría todo peligro».
1. Quinquenio 1931–1936
En este quinquenio se realiza lo improbable, lo ascensional, el salto gigantesco hacia una plenitud de entusiasmo juvenil.
El 18 de diciembre de 1932 en el II Congreso Nacional de la Juventud de Acción Católica, donde se cantó por vez primera el Himno de la Juventud (encontró una gran aceptación y fue entonado con fervor y emoción en todos los actos) [16], se realiza un «alzamiento espiritual», lo que un observador extranjero de entonces llamó «la locura de Santander».
Uno de los acuerdos adoptados en dicho Congreso fue el de celebrar en Santiago de Compostela el III Congreso Nacional en 1937, por ser Año Santo Jacobeo, y pedir a la Santa Sede que sean declarados dogmas de fe la Asunción gloriosa de la Santísima Virgen a los cielos en cuerpo y alma y que María es Mediadora Universal de todas las gracias [17].
«Este año de 1932, con el broche de oro del Congreso, separó dos etapas de la Juventud de Acción Católica: la fundacional y la de consolidación o profundización, cuya característica fundamental habría de ser un importante incremento de la vida del Consejo Central impulsada por Manuel Aparici, como Presidente en funciones, primero, y después como Presidente de derecho» [18].
Un año después, en la sesión de clausura de la VI Asamblea Regional de la Juventud de Acción Católica, de Galicia, celebrada en 1933 en Cambados, Pontevedra [19] «impresionó grandemente a todos y movió los elogios de las personalidades que asistían, por la profunda formación que revelaba su oratoria clara y sencilla [20], pero con un espíritu que entusiasmó grandemente a todos los que le oyeron» [21]. Tomaron parte destacados oradores, entre ellos D. Ángel Herrera Oria, entonces Presidente de la Asociación Católica de Propagandistas y director de EL DEBATE.
2. La juventud de Acción Católica peregrina a Roma
«Uno de los primeros acuerdos, y sin duda más fecundo en resultados, que se tomó en la IV Asamblea Nacional celebrada en Toledo en octubre de 1933 [22] fue el de organizar una peregrinación a Roma en marzo de 1934 para lucrar las indulgencias del Año Santo Extraordinario convocado con ocasión del centenario de la Redención, para los años 1933 y 1934. Sin mayores dificultades se señalaron las características de la peregrinación: austeridad y espíritu penitencial, como exigían el acontecimiento que se celebraba y la situación de España que tanto necesitaba de oraciones y sacrificios … Comunicado el acuerdo al Arzobispo de Toledo, Mons. Gomá, lo recibió con el mayor entusiasmo y se brindó a presidir él mismo la peregrinación» [23].
Llegado marzo, la Juventud de Acción Católica Española peregrina a Roma. Acude casi un millar de jóvenes y con ellos Manuel Aparici, que, aunque todavía Vicepresidente, actuaba como Presidente en funciones. El titular no pudo asistir. Era la primera vez que peregrinaba a Roma. La preside el Sr. Arzobispo, acompañado del Obispo de Santander Mons. Eguino Trecu.
«Con los peregrinos –sigue diciendo Manuel Martínez Pereiro– tuvo el Vaticano la deferencia de invitarles, como cosa excepcional, al acto litúrgico que en San Pedro se celebraba los jueves para sacerdotes y religiosos exclusivamente».
No puede omitirse la audiencia con el Santo Padre, Pío XI. Fue una manifestación clamorosa y ardiente de devoción y fidelidad a su persona y a la Iglesia. Después de la recepción general, «nos recibió –dice Mons. Maximino Romero de Lema– en la Sala de Bendiciones y habló, sin leer, durante una hora ... Todo el Consejo fuimos a saludar al Papa y a acompañarle luego desde el interior del Vaticano (hoy pienso que era la “Sala Regia”). Allí todos besamos la mano al Papa y el Papa a Manuel Aparici le puso sus manos en la cabeza. Para él aquello fue un “signo” para su sacerdocio. Y para todos los presentes. Fue en esos días cuando él y yo comenzamos a hablar de nuestra vocación al sacerdocio». «Que Dios quiera –dice por su parte Manuel Martínez Pereiro– sea un anticipo de lo que todos esperamos: la pronta exaltación a los altares».
«La escena vivida –escribe LA FLECHA– trae a la memoria aquella del Cenáculo en que Jesús, después de la Resurrección, se aparece a sus Apóstoles y les impone sus divinas manos sobre sus cabezas ... A la salida de la audiencia –termina el redactor– “se organizó un solemne besa–cabeza”» y «se acercaban los compañeros para cortarle mechones de sus cabellos» [24]. Por su parte, su sobrina Josefina declara: «Mi madre le tomaba el pelo diciéndole que no se peinara que le había puesto la mano el Papa en la cabeza».
«La peregrinación fue impresionante, de gran contenido espiritual, de mucha austeridad; de fervor extraordinario; a mí me parecía aquel tren un templo circulante donde no existía más que oración. Manuel Aparici cuidó del espíritu de todos los que iban en la peregrinación, tanto durante el viaje como en las horas que se vivieron en Roma, que fueron pocas porque las posibilidades no lo permitían» [25].
Todos volvieron muy alegres y reconfortados de la peregrinación. Ésta da conciencia a la Juventud de Acción Católica de su unidad y fortaleza, ya que aquellos Centros Parroquiales primitivos aparecen, en el Coliseo de Roma, como una juventud peregrina que Mons. Gomá ve desde la cruz central como algo excepcional, una manifestación de espíritu cristiano verdadero, con un estilo seglar y joven, auténtico y sobrenatural.
Manuel Aparici evoca la misma en su Diario a lo largo de varias páginas; peregrinación que marca un rumbo firme en su vida.
«Sobre todas las impresiones –escribe–, la más honda, la más fuerte, la que marca un rumbo firme en mi vida es la que se grabó en mi corazón al sentir sobre mi cabeza posarse, en paternal caricia, la mano del Santo Padre. La Divina Providencia parecía decirme: “He oído tu oración y la oblación que me hacías de tu persona y la acepto”. Era el Vicario de Cristo, “Cristo in terra” quien me acariciaba a mí; cómo a pastorzuelo a quien se ha encomendado la guarda de las ovejas más queridas a quien se le ruega no las abandone y a quien se premia las promesas de ser fiel con una caricia.
»Muchas veces había deseado, en mis ratos de oración ante Jesús Sacramentado, que el Señor pusiera su bendita mano sobre mí, e, incluso, con la imaginación había gustado lo que sería una caricia del Señor; mas ahora Él ha querido que su Vicario acariciara dos veces mi cabeza.
»¿Cómo debo yo responder al amoroso llamamiento de mi Dios y Señor? Dándome todo a Él, no viviendo más que para Él, buscándole a Él en todo y amándole a Él en todo».
Con la peregrinación a Roma, su «sed» se agudiza. Sin embargo –como él mismo dice– todavía no sufría más que por las almas de los jóvenes españoles que no conocían a Cristo a quienes convocaba desde antes de la guerra a peregrinar a Santiago de Compostela en 1937. A finales de 1935 empiezan a inquietarle las almas de todos los pueblos que no le conocen.
Regresa de Roma más dispuesto que nunca a entregarse a la Juventud, encendida de emoción su alma generosa y se lanza con nuevos bríos a la oración y al apostolado. Funda el Grupo de Propagandistas del Consejo Superior de la Juventud de Acción Católica, pieza clave de la Obra, a la que cuidaba como a la niña de sus ojos, no sólo por la ayuda que podrían prestarle, sino porque los veía como futuros dirigentes de la misma muy consciente de que en ellos estaba el porvenir de la Juventud, como también cuidaba a los aspirantes y recordaba a los jóvenes la enorme importancia de trabajar con estos muchachos por la misma razón, y empieza a recorrer España como un nuevo apóstol. Visita las Uniones Diocesanas y los Centros de toda España; el aumento y organización de unas y otros era rápido y sólido. Preside Asambleas Nacionales, Regionales y Diocesanas. «Al finalizar el año 1933 son ya mil los centros establecidos en España» [26], frente a 200 en 1931; es decir, había multiplicado por cinco la cifra.
La sed de almas que quería despertar en los suyos le llevan a comprometerles en el esfuerzo por forjar una «Cristiandad ejemplo y guía par el mundo profundamente enfermo». La ansiada peregrinación a Santiago de Compostela habría de ser el medio para tan intrépida misión.
«En los actos públicos –dice Manuel Vigil y González–, Manuel Aparici, orador fluente y fogoso [27], hablaba como tocando a rebato para salvar las almas de los jóvenes [28]. Quería despertar en el auditorio entero aquella sed de almas a las que con mayor motivo comprometía a sus inmediatos colaboradores al entregarles el crucifijo de Propagandistas –en ellos se inscribía la palabra “Sitio”– . Con lucidez y ardor hablaba hasta la extenuación. Concluía sudoroso, agotado. Cuántas veces le hemos visto y admirado así. ¡Qué ejemplo de entrega para el apostolado! La entrega que nos pedía con el crucifijo del 27 de diciembre de 1938.
»Estaba inmerso, ¿y quién no?, en la enorme conmoción que agitaba la España de los años 30. La España en la que se resumían y culminaban las divisiones arrastradas por más de un siglo, desde la guerra de la Independencia ... La Acción Católica que se ponía en marcha tras la proclamación de la República de 1931 era una Acción Católica engranada con la Jerarquía de la Iglesia en los momentos que se iba a desatar una nueva persecución».
3. Presidente Nacional de la Juventud de Acción Católica
Ya estaba cerca la hora de su designación como Presidente Nacional. Tanto que, en 1934, antes de entrar en Ejercicios se le pregunta, en nombre de la Jerarquía, si estaba dispuesto a aplazar su entrada en el Seminario para aceptar la Presidencia Nacional de la Juventud de Acción Católica. Contesta que se le deje meditarlo en Ejercicios.
Examina si debe aceptarla, o rechazarla para empezar en serio su preparación sacerdotal, que ya había iniciado. Y, aconsejándose del Director de Ejercicios y del Presidente de la Junta Central de la Acción Católica, hace elección de aceptar la Presidencia y aplazar el comienzo de sus estudios.
Como siempre, sumisión y obediencia al Papa y a la Jerarquía secundando con docilidad las indicaciones que se le formulaban.
Y el 14 de septiembre de 1934 la Jerarquía le nombra Presidente Nacional de la Juventud de Acción Católica, aunque sobrepasaba los 30 años. Cargo difícil por sí y por las especiales circunstancias de la Obra que empezaba a cuajar. Con tal motivo anota en su Diario: «Tú en el año 34, por una criatura tuya, me dijiste: Tienes un medio de ser un buen Presidente y es que me dejes presidirlos en ti».
«Quiero llamar la atención –declara Mons. Maximino Romero de Lema (Cf.)– sobre la fama de que gozaba entre sus colaboradores cuando, nombrado por la Jerarquía de la Iglesia Española, comienza su Presidencia Nacional. Es un testimonio de aquellos momentos: en la Revista LA FLECHA en el número de octubre de 1934, la Redacción presenta a Manuel Aparici»:
«Parecen obligadas, en primer término, unas líneas dedicadas al nuevo Presidente, líneas cursadas por “cable directo” a la imprenta y escamoteadas a la vigilancia de nuestro Director [29].
»La presentación huelga. Manuel Aparici es ese joven que al hablar se rejuvenece todavía más, todo espíritu, todo corazón, que necesita tratar con jóvenes para poder vivir, que quiere encenderlos y abrasarlos con la misma llama que ardía en el Corazón de Cristo, que dedica sus vacaciones –y otros días que no son vacaciones– a recorrer pueblos, ciudades o aldeas de España, porque él no mira la categoría de los escenarios sino la sed de las almas, que se enardece ante las dificultades, que aspira a ganar para Cristo nada menos que todos los jóvenes de España, que sólo vive, aunque sea sin dormir, para la Juventud de Acción Católica, a la que está entregado. Es el apóstol de los modernos tiempos, que tiene siempre una plaza en el tren cuando piensa que puede hacer algún bien en cualquier lugar de la Península. Es ese joven que conocemos todos porque le hemos visto en nuestro Centro o porque nos ha sorprendido inactivos quizá, en plena calle y nos ha convencido de que deberíamos hacer algo por la gloria de Dios. Y lo hace todo sin darle importancia y sin desatender sus obligaciones, trabajando, si es preciso, fuera de las horas reglamentarias para que el jefe le conceda un día de permiso que disfrutará rodeado de jóvenes, que va a conocer todavía, después de una noche de tren, de la que ha de descansar en el tren, de regreso, para estar en su puesto de trabajo al otro día ...
»Pero no es de los que hacen mucho porque se agita y se mueve, va y viene. Sacando tiempo de donde puede, y a veces de donde no debe, estudia los problemas generales de la Juventud, prepara sus visitas a Centros y pueblos [30] con toda clase de datos, dirige varios Círculos de Estudios y, sobre todo, vive una vida intensísima de piedad, convencido de que sin ella todos sus intentos serían vanos. Los que trabajamos a su lado sabemos bien cuánto vale y todo lo que de él puede esperarse.
»Este es el joven que la Jerarquía nos ha dado como Presidente de la Juventud de Acción Católica. Sería vano añadir que es un acierto de la Jerarquía porque para nosotros todas las disposiciones de nuestros Prelados son aciertos. De lo que sí podemos dar gracias a Dios, muchas gracias a Dios, porque ya por dos veces nos ha mostrado su providencia, es de quien va a presidirnos tenga las dotes que concurren en él ... Sustitución dificilísima la que le toca a nuestro nuevo Presidente, que ha de llenar el vacío que en la Obra deja Alfredo López ... Circunstancias especialísimas no le han permitido seguir, por más tiempo, al frente de la Juventud de Acción Católica; pero no quiso marcharse sin haber formado el futuro Presidente, sin dejar un joven capacitado plenamente para el puesto de máxima responsabilidad ... Que Él dé también acierto a nuestro actual Presidente para que cada día la Juventud de Acción Católica de España responda más y mejor a las esperanzas que la Iglesia tiene puestas en ella».
«Este es el testimonio de sus compañeros de trabajo. Y yo atestiguo también de la altura espiritual de estos testigos», concluye el Sr. Arzobispo.
Uno de los propósitos firmes que hizo en Ejercicios [31], relacionado con el cargo, fue:
«Religiosa obediencia a la Jerarquía de la Iglesia y a cada uno de los Prelados. Propósito firme de no hacer nada en cada Diócesis sin que antes el Prelado me haya dicho: Echa tu red. Unida a esta obediencia, la cristiana firmeza de presentar a la Jerarquía, con toda sencillez, lo que vea y observe y las soluciones que en la oración me han parecido ser más convenientes para la gloria de Dios; mas una vez expuesta mi opinión, abrazar la de la Jerarquía como expresión de la voluntad de Dios».Por otro lado entiende que el cargo de “Primero” en la Juventud le obliga a ser el primero, el modelo en el que puedan copiar e imitar todos los jóvenes de Acción Católica. Y como Propagandista prometió, además, ser el “primero en el trabajo, la obediencia, el sacrificio para ser hostia y víctima que en todo momento se ofrezca a Jesús por su reinado en el corazón de los jóvenes.
Ya a la vuelta de la Peregrinación a Roma anotaba en su Diario: «He comulgado el último, pues realmente eso soy ... el último a quien la providencia de Dios ha puesto el primero».
Al mismo tiempo reconoce su indignidad.
«Redacté un llamamiento a tus jóvenes –escribe en su Diario– … mas me examino y me hallo indigno de firmarlo, pues ninguna cosa de las que les pido he comenzado yo a hacerla. Pero, Señor, tú me dices que es preciso que eso se haga, que para que ellos lo hagan he de ir delante y arrastrarles con mi ejemplo … Me lanzaré a publicarlo esperando en ti».
Pero también reconoce la llamada del Señor a ser Presidente y Presidente ejemplar.
«Delante de los tuyos –anota pocos días después– soy el más vil, de naturaleza cobarde, de inteligencia pobre, inclinaciones vergonzosas, voluntad débil, y, sin embargo, tú quieres que sea tu Cirineo que cargue con la cruz de mis hermanos, que sea intrépido y les llame a santidad marchando delante con mi ejemplo. Me insistes, exhortas y espoleas, has puesto cerco de angustia a mi alma, para que sea Presidente y Presidente ejemplar. Señor, bendigo tus ocultos juicios y tu providencia que quiere servirse del más vil, pero me arrojo a tus pies y, abrazado a ellos, te pido que me ayudes, que me des tu gracia para matar esta miseria mía que te roba las almas al resistir a tu beneplácito».
«Pero hay momentos en los que me abruma la fatiga, me pesa la cruz y el pensamiento de dejarlo todo acude a mi mente, pero no perdona, es la noche, es la muerte, es la desesperación lo que vendría después a mi espíritu. ¡Señor, Señor! Tu cruz me pesa».
Apenas iniciada la guerra recuerda que el Señor le hizo centinela de su juventud y exclama, como se lee en su Diario:
«¡Señor, Señor! Tened piedad de mí. Tú me hiciste centinela de tu juventud, y yo no he predicado, pues no he sido palabra viva, no he vivido plenamente tu doctrina y has de pedirme cuenta de su sangre. Pero tú, ¡oh Jesús!, me ofreces desde la cruz tu perdón y lo negocias de tu Padre.
»Trinidad Santísima, apiadaos de mí, enviadme vuestro Paráclito para que me abrase de amor y viva perpetuamente en cruz para ofrecer por medio de Jesucristo mi libertad al Padre, para que se digne conceder la gracia de la contrición a los jóvenes que mueren en esta guerra cruel».
A mediados de octubre de 1936 vuelve a reconocer que es indigno del cargo que el Señor le ha confiado.
«Realmente soy indigno del cargo que me has confiado –escribe en su Diario–, siempre lo seré, pero te recuerdo que hace más de dos años en conversación con Fernando, hermano de apostolado, me inspiraste el medio de que tus intereses no sufrieran quebranto: Que Jesús presida a su Juventud, yo seré el barro tras del que se oculta. Esto suponía que yo me anulara totalmente, que sustituyera mis criterios por los tuyos. Mas esto no podría ser sin oración y especialmente sin oración mental. Sólo meditando atentamente tu palabra podría conseguir que tus criterios anularan a los míos, elaborados con criterios de mundo».
Pero pide al Señor le haga sabio para que pueda acertar en el gobierno de los que le ha confiado.
No obstante, vuelve a encontrarse triste y reconoce que no acaba de ponerse en pie. Pide nuevamente al Señor le ayude pues se ve solo y pobre.
«¡Qué triste mi estado de espíritu! –anota en su Diario– No acabo de ponerme en pie y ahora más que nunca es preciso. Peligran tantos jóvenes, hay tantas organizaciones que resisten a mis indicaciones y, sin embargo, olvido mis propósitos: el ofrecimiento y la meditación de la mañana, tan necesario; el caminar ante tus ojos, asido de tu mano, por la senda de tu voluntad. Hoy no me he preguntado ni una vez tan sólo ¿esto lo haría así Jesús?
»¿Señor, no está aún bastante curada mi soberbia? Te confieso que nada soy por mí, pero puesto que me has colocado en este cargo y “me veo solo y pobre” ayúdame, apiádate de tu hermano y dale tu gracia para que se entregue a ti».
Sin embargo, seis meses después, a finales 1937, él mismo nos dice que ha empezado a conocer su responsabilidad de Presidente y las gracias que le ofrece el Señor para cumplir su tarea.
«No soy tuyo todavía, Señor –escribe en su Diario–; me resisto a entregarme y sin embargo me urges a que lo sea. Hoy me has hecho empezar a conocer mi responsabilidad de Presidente. Me has hecho ver que en este momento seremos en el mundo cuarenta o cincuenta los Presidentes Nacionales de Juventudes.
»Me has entresacado de entre los 200 millones de jóvenes para que, con mis colegas, trabaje por asentar tu Reino en el corazón de los jóvenes. Trabajo inmenso; pero tú no pides nunca sin ofrecer, luego me ofreces la gracia suficiente para llegar a cumplir mi misión. ¿Cómo aprovecho yo esta gracia ... ? Aún más, me has puesto de Presidente durante la guerra, en las circunstancias más difíciles, y me ofreces gracia para cumplir mi misión. ¡Has acudido a lo más bajo y miserable para realizar tu obra más grande!. Hazme fiel Señor».
No obstante su estado de ánimo, su actividad apostólica es incansable. Se pone a la cabeza de todos y de todo llegándose a ver como el hermano mayor.
«Estaban esperándome cuando llegué [a Granada] –anota en su Diario–. No sabían separarse del hermano mayor. Hay que ponerles delante de los ojos el ideal de la santidad».
4. Reorganización de la Juventud de Acción Católica
«Al reorganizar la Juventud de Acción Católica, a la que levantó mucho, dio la consigna de Piedad, Estudio y Acción; poniendo ante todo la Piedad sólida con base en la Eucaristía, como fundamento; luego el Estudio del Evangelio y de los Reglamentos, organización y consignas ... para estar así preparados para la Acción.
»Sobre la base de este lema y rodeado de otros jóvenes excelentes, emprendió la reorganización de la Juventud ... El gran impulso que supo dar a la Obra, hizo que pronto gozase de gran prestigio entre el Episcopado y el clero, conocedores de su valía, y no digamos entre los jóvenes, a los que arrastraba ... El aumento y la organización de Uniones Diocesanas y de Centros ... era rápido y con solidez ... » [32].
5. Ventajas de la idea peregrinante
«Los frutos obtenidos en la peregrinación a Roma movieron al Consejo Central a considerar las ventajas de la idea peregrinante e insistir en ella. El III Congreso que, conforme a lo acordado en el II de Santander, había de celebrarse en Santiago de Compostela en 1937, Año Santo Jacobeo, era –afirma Manuel Martínez Pereiro (Cf.)– la gran oportunidad para poner en práctica aquella decisión del Consejo ... ».
Se quería prepararlo con tiempo suficiente sobre todo en el orden espiritual porque «se aspiraba –añade– a que ante todo y sobre todo la marcha hacia Santiago significara un cambio profundo en los corazones, las almas y las conductas, primero de los jóvenes y luego de la Juventud».
Manuel Aparici se entregó por completo a la tarea preparatoria y contagió a muchos de su entusiasmo. Encomendó esta preparación a Maximino Romero de Lema, que, además, se había incorporado al Consejo Central y era, por tanto, la persona más indicada para ocuparse del tema. Aceptó entusiasmado el encargo y recabó la colaboración de su paisano Armando Durán que aceptó también con gran entusiasmo. Comenzaron la tarea en todos sus aspectos, pero muy conscientes de las dificultades que el proyecto tenía, ya que se aspiraba a reunir a varias decenas de millares de jóvenes que, duplicarían, al menos, la población de Santiago, aparte de las nada fáciles comunicaciones de entonces con la ciudad.
«En diciembre de 1935 jóvenes de Acción Católica de diversas Diócesis fueron invitados por Manuel Aparici a un Cursillo, de veinte días de duración, que se celebraría en la Residencia de los P.P. Paúles, García de Paredes de Madrid … El espíritu era el mismo que el de aquellos “Cursillos de Adelantados de Peregrinos” que él creó después en La Coruña el verano de 1940: “dar en ellos una fuerte base espiritual a las planas mayores de los Jóvenes de Acción Católica” [33]. Con este Cursillo, Manuel Aparici muestra su gran preocupación en formar propagandistas para la campaña de preparación al III Congreso Nacional de los Jóvenes de Acción Católica “como etapa decisiva de su consolidación”» [34].
«Por otra parte –dice Manuel Martínez Pereiro–, iba ganando terreno la idea de avanzar tanto en intensidad como en extensión: y así se pensó primero en ampliar nuestro esfuerzo a la juventud hispanoamericana a la que sin duda había apuntado el Apóstol al querer que sus restos mortales fuesen desde el Oriente al Finisterre del mundo entonces conocido [35], y después a los jóvenes europeos para que no olvidasen los viejos caminos jacobeos y preparasen la nueva Europa que no acaba de encontrar su brújula. Nuestro único afán era servir seriamente de sal, fermento y luz para reconstruir desde sus cimientos un mundo que cada día está más necesitado de esta reconstrucción y asentar una “cristiandad ejemplo y guía del mundo”, que fuese poderoso acicate para nosotros mismos”».
El solo hecho de proponer a los jóvenes de Acción Católica de la Hispanidad un gran ideal de recristianización sería capaz de vincular en caridad a España con sus veinte hijas. Pues este Ideal era superior a las fuerzas de todos y cada uno de los pueblos por separado, pero lo que resultaba dificilísimo para cada uno de los miembros de la familia hispana, resultaba hacedero para la Hispanidad en su conjunto. Por eso, la amplia proyección de este plan movió al Presidente a someterlo al Cardenal Arzobispo de Toledo, Primado de España, Mons. Gomá.
Expuesto el proyecto en 1936 a la Jerarquía española en la persona del Sr. Cardenal éste lo recibió con entusiasmo y lo bendijo, pero les hizo ver que empresa de tal envergadura, que trascendía a las facultades de la Jerarquía de la Iglesia española, requería la aprobación y bendición del Santo Padre y les aconsejó ponerse al habla con Mons. Tedeschini, Nuncio de Su Santidad en España, quien, a su vez, les aconsejó exponérselo al Santo Padre.
Con tal fin, el 28 de enero de 1936, Manuel Aparici, Presidente Nacional, se trasladó a Roma acompañado del Vocal del Consejo, Javier Aznar [36]. Les recibió el Cardenal Pacelli, entonces Secretario de Estado, y luego Papa Pío XII, que aprueba y bendice el proyecto y les alienta en su labor en España y de la misión de la Juventud de Acción Católica Española en la tarea de la Hispanidad.
Es más, les hizo ver que España tenía olvidados sus deberes de madre para con los pueblos de América y Filipinas que había engendrado a la fe de Cristo, diciéndoles que las madres nunca tienen cumplida su misión, que no basta engendrar a los hijos y educarlos, sino que siempre tienen que preocuparse de que lleguen a la máxima perfección. Les prometió la más calurosa ayuda de la Santa Sede y que al día siguiente serían recibidos en audiencia por Su Santidad el Papa, que les mostraría la profunda complacencia con que veía los proyectos de la Juventud de Acción Católica Española.
Y el l de febrero de 1936, eran recibidos, en audiencia especial, por Su Santidad el Papa Pío XI –era la segunda vez que recibía a Manuel Aparici en audiencia especial– a quien le expusieron el proyecto de la gran peregrinación juvenil de 100.000 jóvenes a Santiago de Compostela para 1937.
Le dice: «Las almas huyen del Señor; por todas partes la apostasía y el materialismo aumenta; allí en España tenemos un sepulcro casi olvidado entre sombras de paganía; pero él guarda los restos de un Apóstol. ¡Padre! déjanos que convoquemos junto a sus cenizas a las Juventudes de Acción Católica de las Españas. Allí aprenderemos su lección. Y las Juventud de Acción Católica de la Hispanidad será un solo apóstol. Se llenará de tu angustia por las almas y se aplicará del todo a tu servicio».
El Santo Padre acogió el proyecto con gran satisfacción, dándoles su bendición más paternal, amplia y generosa para la Peregrinación y para el Congreso [37].
Dos meses después de ser recibido por Su Santidad anota en su Diario: «Hay que trabajar deprisa, pues ya empieza el enemigo a sembrar la cizaña».
La guerra paralizó el proyecto, que quedó aplazado –pero manteniendo muy vivo el Ideal de Santiago– La peregrinación tuvo lugar, luego de concluida la guerra, en Agosto de 1948.
Años más tarde resumiría así el Ideal:
« ... El Ideal de la Asociación de la Juventud de Acción Católica (Ganar a todo el mundo para Cristo, por el impulso y la fe del alma hispana), el instrumento para ganar el mundo (La Hispanidad: Comunión de Pueblos al servicio de la misión apostólica y evangelizadora de la Cristiandad ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo); las etapas necesarias para su consecución u objetivos parciales y el modo de realizar este Ideal (Peregrinar: Que los jóvenes caminen sobre las huellas de Cristo y de la mano de María hacia la Casa del Padre por la acción del Espíritu Santo y abran camino a las almas hermanas)».
6. Aparece SIGNO fundado por él
Es en esta primavera, casi en verano de 1936, cuando Manuel Aparici, cuatro meses después de haber presentado al Santo Padre el proyecto de peregrinación a Santiago en 1937, hace realidad uno de sus más fervientes deseos: contar con un periódico para la juventud [38]. Así, el 6 de junio de 1936, fundado por él, nace en Madrid SIGNO, con carácter quincenal, que tantos servicios prestó al catolicismo español. La dirección se la encargó a un joven valenciano, Emilio Attard, que había ido a la Escuela de Periodismo de EL DEBATE. Sin embargo, Manuel Aparici ha estado vinculado a SIGNO desde el número uno y ha permanecido a su lado. Era el inspirador en sus líneas doctrinales, pero dejaba una gran libertad a sus Directores. También fue un buen periodista que puso muchas veces su pluma al servicio de su ardor apostólico.
Llegó a alcanzar una buena difusión. Incluso se veía a la venta en los quioscos de los periódicos.
«Había en él una meta decidida de preparar espiritual y emocionalmente la peregrinación a Compostela en el próximo Año Santo Jacobeo de 1937. Desde el primer número adoptó, a modo de auspicio, el lema jacobeo medieval: “Y será. Porque Dios ayuda y Sant–Yago”» [39].
Casi al mismo tiempo se convoca a la Juventud de Acción Católica al III Congreso Nacional a celebrar en la misma fecha y lugar. Año más tarde SIGNO se encargaría de recordar el compromiso de la Juventud con el Apóstol. «No os intimide la persecución [la proximidad de momentos difíciles se advertía ya en los distintos editoriales de primera plana] – les decía Manuel Aparici a sus jóvenes– el Señor va delante de nosotros para prepararnos el gran día de Compostela».
7. Convocatoria de elecciones generales
«En un ambiente más que preocupante y sin una certera visión del panorama político –declara Manuel Martínez Pereiro–, se convocaron elecciones generales para el 16 de febrero de 1936, con unos resultados y consecuencias que hacían prever lo peor [40], y concretamente para nosotros que iba a producirse una fuerte y grave persecución religiosa [41], como así ocurrió a partir del mes de julio en buena parte de España.
»Examinada la situación, el Consejo Central aprobó la propuesta presidencial de recorrer todas las Diócesis para transmitir la preocupación y se adoptaron las oportunas medidas a fin de preparar una verdadera “vida de Catacumbas” cuando el momento llegara».
¿Cuál fue la propuesta de Manuel Aparici en tales circunstancias?
«Su reacción fue –según Víctor García Hoz– organizar una acción de propaganda católica para levantar los ánimos a nivel sobrenatural, recordando que el Espíritu Santo gobierna al mundo».
[1] Más adelante escribe en su Diario: «Mi corazón se va tras de la Acción Católica, le satisface más, y cada vez que un alma se aproxima a Dios, goza y bendice a Dios, pero ya me ha enseñado Tissot que mis preferencias y mis simpatías pueden estar en oposición con las de Dios y no han de pesar en mis decisiones» (En los momentos en que escribe esto dirige los Círculos de Estudios de los Jerónimos y el de San Pablo, además del obrero de Tetuán que intenta reanudar, y el de Propagandistas, y las Conferencias de San Vicente, etc. con su correspondiente tiempo de preparación, más el tiempo que emplea en la Santa Misa, la Visita al Santísimo, ejercicio del Via Crucis, rosario, etc.
«Desde este Centro … donde abundaban jóvenes de alta sociedad madrileña, tuvo especial empeño en incorporar a muchachos de humildísima condición, que empezando por participar en las escuelas nocturnas, los iba integrando poco a poco en la vida plena del Centro, tanto en los actos litúrgicos como en los Círculos de Estudio de un cualificado nivel cultural. Procuraba proporcionarles y conseguirles una mejor situación social y económica con la colaboración de quienes podían hacerlo» (José Ángel Ayala Galán).
[2] «Y hoy también es el X aniversario de mi hermano Félix María –anota en su Cuaderno– el que fue instrumento de Jesús para llevarme a la Adoración Nocturna, después de haberlo sido también de mi ingreso en la Asociación Católica Nacional de Propagandistas donde su gracia empezó a urgirme».
[3] Cuaderno.
[4] Cf. Agustín Losada Borja.
[5] Rvdo. José Manuel de Córdoba (SIGNO de fecha 5 de enero de 1965).
[6] Cf. Alejandro Fernández Pombo.
[7] Diario.
[8] Diario.
[9] Antonio Algara García y Pedro Antonio de Alarcón, mártires, hicieron posible el nacimiento de la Unión Diocesana de Madrid–Alcalá» (SIGNO de fecha 29 de abril de 1950).
[10] Enrique Montenegro L. Saavedra.
[11] Una de sus grandes preocupaciones fue ésta y así aparece reflejada en su Diario. «Hablamos del proyecto de evangelización de los obreros» … Y el 8 de agosto de 1942, siendo seminarista, vuelve a anotar: «¡Qué jóvenes más formidables estos chiquitos obreros! ¡Cuántos cómo éstos habrá en España que serían de Cristo con un poco de amor. Sin embargo, yo no estoy a la altura de mi misión; llevo cinco días y medio con ellos y no he vivido siquiera uno crucificado».
[12] Diario YA de fecha 29 de agosto de 1964.
[13] Cf. Manuel Martínez Pereiro.
[14] «Fue quien inició el movimiento obrerista en nuestra Obra. Vocal Obrero del Consejo Superior, la actual J.O.A.C. es posible, en gran parte, gracias a sus desvelos» (SIGNO de fecha 29 de abril de 1950).
[15] «Tenía miedo –escribe en su Diario–, esa es la palabra, tenía miedo a la huelga y a los huelguistas. ¡Gracias Señor porque me has humillado!, enseñándome que no puedo confiar en mí y que en cuanto me descuido en la oración desfallezco y tiemblo. Gracias, repito, porque yo, que hablo del martirio como posible, siento que cuando me suelto de ti nada puedo. Claramente me lo dices: No me amas a mí sobre todas las cosas, te amas más a ti que a mí, me conoces poco y por eso tiemblas y no confías en mí. ¡Gracias Señor!
»Desde casa fui a la oficina … en la misma oficina, aun sintiendo miedo, comencé a enmendar mi yerro. Cogí la pluma y empecé a escribir mi despedida a la Juventud Católica, carta dirigida a mis jóvenes en la que, confesando el bien que le debo a la Obra, perdono a los que me quiten la vida y declaro que ofrezco mi vida por la santificación de mis compañeros y por la conversión de los que me maten. Ciertamente que esto puede parecer vanidad, pero la empezaré diciendo que confío en que Jesús, con su infinita misericordia, me concederá su gracia para que si se realizan mis temores, muera con estos sentimientos de caridad hacia los que me maten.
»Desde la oficina me vine a casa andando y al ver abiertas las Esclavas entré a visitar al Santísimo para pedirle valor y fuerzas. Ante mi Señor Sacramentado le ofrecí mi vida, si por su misericordia la aceptaba saltando por encima de mi indignidad y miseria. Hice la comunión espiritual y salí más confortado».
[16] «En los primeros tiempos –declara Manuel Martínez Pereiro– se pidió al Marqués de Lozoya, excelente poeta y de la Asociación de Propagandistas, la letra del Himno de la Juventud Católica; el texto era muy bueno, pero lamentablemente no se encontró el compositor de la música.
»Aunque no interviene en el asunto, me llegaron referencias de que hacia mediados del segundo semestre de 1932, Manuel Aparici se enteró de que dos jóvenes de Madrid, Alvaro Bartolomé y José María González, estaban trabajando en la letra y música de un Himno para la Juventud Católica; se puso en contacto con ellos, examinó el proyecto, que estimó correcto en principio, y propuso algunas modificaciones que le fueron aceptadas y que yo no conozco; pero conociendo el espíritu de Manolo me parece que su aportación fue principalmente en la tercera cuarteta que dice: “Llevar almas de joven a Cristo/inyectar en los pechos la fe/ ser apóstol o mártir acaso/mis banderas mi enseñan a ser”.
»Y así nació nuestro Himno que se publicó en el número 9 de LA FLECHA (diciembre–enero, 1932/1933)».
«Estando ya enfermo –asegura por su parte el Rvdo. Juan Montaner Palao Cf.– en mis visitas a su casa, me dio el texto del nuevo Himno de la Juventud de Acción Católica que él tenía ya escrito … como un nuevo enfoque de la Juventud de Acción Católica, pero no lo quiso lanzar porque el anterior había mantenido el espíritu de los Jóvenes de Acción Católica durante los años de persecución religiosa en España, a pesar de que el nuevo Himno tenía un espíritu más religioso y teológico».
[17] «Recuerdo la emoción que produjo su exhortación a defender la definición dogmática de la Asunción y de la Mediación Universal de María», afirma Juan Candela Martínez. Lo que no precisa el testigo es el momento en que tuvo lugar la exhortación.
[18] Manuel Martínez Pereiro.
[19] Debía presidirla el Presidente Nacional, a la sazón Alfredo López, pero al no poder hacerlo, le sustituyó el Vicepresidente, Manuel Aparici.
[20] «Parece oportuno señalar, como característica fundamental de su oratoria –afirma Ángel Vegas Pérez–, un profundo sentido religioso en sus orientaciones sociales y políticas, de acuerdo con la Doctrina Social de la Iglesia, expuesta con verdadero espíritu de caridad».
[21] Enrique Montenegro L. Saavedra.
[22] ¿Por qué en Toledo?
«Roma había cubierto la vacante de Toledo, la Diócesis Primada de España, con el nombramiento de Mons. Gomá. Y un grupo de jóvenes entusiastas de aquella ciudad presididos por Antonio Rivera, que había de mantener estrecha amistad con Manuel Aparici, decidieron constituir la Unión Diocesana. Estimó el Consejo que era una gran oportunidad para reunir allí la Asamblea como medio de dar alientos al nuevo Organismo Diocesano.
»La apertura en el Salón de Concilios estaba fijada para el mediodía del 12 de octubre y el Consejo Central se dirigía a Toledo en el primer tren de la mañana; pero nadie esperaba la sorpresa: el Partido Socialista de la ciudad declaró la huelga general … La Asamblea se celebró con toda normalidad dirigida por el Vicepresidente, Manuel Aparici, que la llevó con buen pulso, a pesar de que no faltaron momentos apasionados … Tan solo el día de la clausura … fueron apedreados los autobuses que regresaban a Madrid» (Cf. Manuel Martínez Pereiro).
«La Asamblea correspondiente a 1934, señalada para finales de la primera quincena de octubre en Sevilla, no pudo celebrarse por la inestabilidad política que se había planteado el 6 del mismo mes, y que tuvo sus puntos álgidos en Cataluña y, sobre todo, en Asturias … La V Asamblea, que tuvo lugar en Valencia (Cofrentes) en diciembre de 1935, se celebró, sin embargo, con normalidad y conforme al programa previsto» (Manuel Martínez Pereiro).
[23] Cf. Manuel Martínez Pereiro
[24] Su primo Alfredo.
[25] José Ángel Ayala Galán.
[26] Diario YA de fecha 29 de agosto de 1964.
[27] «Los días que duró el cursillo, realizado en el internado en el Seminario de Huesca, se asistía por la tarde a conferencias públicas en un teatro, abarrotado de jóvenes, en las que D. Manuel como único orador (Semana de Juventud) hablaba ... » (J. Ramón García Lisbona).
[28] El Cardenal D. Vicente Enrique y Tarancón (Cf.), al referirse a un discurso que pronunció Manuel Aparici en Madrid, sin especificar fecha, si bien fue antes de la guerra, siendo todavía seglar y propagandista de la Acción Católica, dice: « ... Fue un discurso realmente maravilloso, y además lo maravilloso del caso es que él no era un gran orador de masas … ; pero tenía una palabra tan cálida que no solamente penetraba, sino que conmovía a la gente que escuchaba, a todos. Y es que … era de una vida interior muy subida, muy fuerte, muy intensa y claro, de la abundancia del corazón hablaba la lengua … Tenía unción ... Llevaba fuego en su interior, cuando hablaba parecía no un sacerdote, sino un carismático, uno que está ungido por el Espíritu Santo, y hablaba con un fervor, con un entusiasmo ... ».
«Tenía un verbo ardoroso y cálido que contagiaba a los demás –afirma por su parte Felipe González Sánchez (Cf.)–… Hablaba con fogosidad y entusiasmo sobre Dios de forma que terminaba encendiéndonos a todos». «Cuando hablaba –asegura Mons. Maximino Romero de Lema– lo hacía en «tono persuasivo y elocuencia no ordinaria».
Después de concluida la guerra, en Valencia, en la clausura del Congreso Diocesano de la Juventud de Acción Católica «tuvo una intervención magnífica, de forma y fondo. No fue un discurso, fue una oración fervorosa, que nos emocionó profundamente, traspasada de espíritu sobrenatural» (Blas Piñar López).
[29] Ello nos lleva a pensar que en aquel momento Manuel Aparici era el Director de la Revista.
[30] Obsérvese que, a pesar de su cargo, visitaba, además de las Uniones Diocesanas, los Centros Parroquiales. ¿Nos imaginamos el esfuerzo que esto suponía?
[31] El resto de los propósitos se refieren al Consejo, al Reglamento, como regla de santificación, al Consiliario, al director espiritual, a sus compañeros de Consejo y a crecer en sabiduría, etc.
[32] Enrique Montenegro L. Saavedra.
Y finaliza su testimonio con estas palabras: «No quisiera dejar referir una anécdota que me parece de interés. Era el mes de julio de 1936, y al preguntarle en un descanso en la Asamblea de Lugo –que tuvo lugar los días 3 al 6, cuando ya era grande la inquietud en toda España–, si creía, dada la situación en que se encontraba España, que sería posible celebrar la Asamblea Nacional en 1937, su contestación, que no olvido, fue ésta: “Si Dios ve que vamos a hacer algo digno, no os quepa duda que la celebraremos aunque el Infierno entero esté en contra; pero si vamos a celebrarlo pobremente, no lo celebraremos”».
[33] José Luis López Mosteiro, cursillista de Adelantado de Peregrinos en 1940 lo recuerda como «algo inolvidable». Cursillo memorable –añade– dirigido por Manuel Aparici en La Coruña, en régimen de internado, con la participación –nada menos– del Rvdo. D. Ricardo Blanco (luego Obispo), D. Maximino Romero de Lema (más tarde Arzobispo), D. Mauro Rubio Repullés (luego Obispo), Ángel Vega Pérez, Antonio García–Pablos, Miguel Benzo, etc.
[34] Rvdo. Antonio Santamaría González.
[35] Con el propósito de movilizar a la juventud española e hispanoamericana en torno a la figura del Apóstol y darle un fuerte impulso apostólico, en una empresa común de reconquista del mundo para Cristo.
[36] «Pertenecía a la familia propietaria de la Empresa Naviera Aznar de Bilbao; estaba alojado en el Hotel Norte y Londres de Burgos. Manuel Aparici contaba con él para organizar la peregrinación a Santiago entre otras razones porque, ante la dificultad de alojamiento, pensó utilizar, especialmente para los hispanoamericanos, algún barco como hotel flotante; y nadie podía dirigir aquella operación mejor que un profesional. Era Aznar un alto dirigente de la Cruz Roja» (Rvdo. Antonio Santamaría González).
[37] Un año después de que el Papa le diera su bendición para tan ambicioso proyecto, el 14 de marzo de 1937, éste promulga la Encíclica “Mit Brennender Sorge” por la que urge una Cristiandad «ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo».
Puede pensarse: ¿Acaso el ofrecimiento de Manuel Aparici al Papa Pío XI, de hacer de las Juventudes Católicas del Mundo Hispánico un sólo apóstol, sugirió en la mente del Santo Padre la idea de una «Cristiandad ejemplar»? …
En todo caso, si entonces él aspiraba a que España y los pueblos hispanos formasen la Vanguardia de aquella Cristiandad ejemplar urgida por el Papa Pío XI, hoy, cuando la mitad de los fieles católicos son de habla hispana, constituye una exigencia el que la Comunidad católica iberoamericana se esfuerce por ser de verdad Vanguardia de nueva Evangelización, esa nueva Evangelización a que nos urge S.S. Juan Pablo II.
[38] «Cuando cesé en la Secretaría del Consejo Central –declara Manuel Martínez Pereiro– no se había creado aún la Rama de Hombres de Acción Católica, por lo que Manuel Aparici me pidió que siguiese colaborando en la Juventud para ayudar al Tesorero y sobre todo para iniciar el estudio de la publicación de un periódico quincenal dirigido a la Juventud. El momento era especialmente propicio porque se había asegurado plenamente la vida de LA FLECHA».
[39] Antonio Santamaría González.
[40] Triunfó el Frente Popular.
[41] Se temía un recrudecimiento de la persecución religiosa iniciada en el año 1931.