«Uno de los primeros acuerdos adoptados –dice Manuel Martínez Pereiro–, y sin duda más fecundo en resultados, que se tomó en la IV Asamblea Nacional celebrada en Toledo [11] en octubre de 1933 [12] fue el de organizar una peregrinación a Roma en marzo de 1934 para lucrar las indulgencias del Año Santo Extraordinario [felizmente intercalado entre los Años Santos periódicos] convocado con ocasión del centenario de la Redención, para los años 1933 y 1934. Sin mayores dificultades, se señalaron las características de la peregrinación: austeridad y espíritu penitencial, como exigían el acontecimiento que se celebraba y la situación de España que tanto necesitaba de oraciones y sacrificios; para conseguirlo se admitieron solamente jóvenes varones, se preparó el viaje directo de Barcelona a Roma y viceversa en coches de tercera clase, con una comida caliente y otra fría y sin más concesiones al turismo que la contemplación del paisaje y de las maravillas de la Ciudad Eterna en los necesarios recorridos a pie o en autocar; se previno, sin embargo, un coche de primera para Mons. Gomá, Arzobispo de Toledo y Primado de España, y para Mons. Eguino Trecu, Obispo de Santander, que nos presidían, y para atender a los posibles indispuestos o enfermos, que fueron varios, aunque sin mayor importancia afortunadamente.
»Comunicado al Sr. Arzobispo el acuerdo, lo recibió con el mayor entusiasmo y se brindó a presidir él mismo la peregrinación, e incluso llamó a un experto en peregrinaciones de su confianza para que nos asesorase sobre el modo de conseguir un viaje económico al alcance del mayor número posible de jóvenes» [13].
1. Organización
«La organización se confió –sigue diciendo Manuel Martínez Pereiro– a Félix [María] Llanos, Vocal del Consejo procedente de los Jerónimos y asesinado en 1936, si bien las gestiones para los trenes y alojamiento en Roma se encomendaron a la Junta Nacional de Peregrinaciones que presidía el entonces Sr. Obispo de Madrid–Alcalá, Mons. Eijo Garay ... ». «Félix María ... fue el auténtico capitán de la peregrinación. Con él colaboraron extraordinariamente Rafael Pajarón y Antonio Santos [14]. Ellos consiguieron lo que el Cardenal Gomá tanto recomendaba: Que se evitase el aspecto de “rebaño”» [15].
Los Propagandistas del Consejo Superior recorrieron todas las Diócesis de España. Reuniones con los jóvenes, etc.
Llego marzo la Juventud de Acción Católica Española peregrina a Roma. Acude casi un millar de jóvenes de toda España, 973 exactamente, que llenaron el largo tren. Manuel Aparici, todavía Vicepresidente, acude a Roma en funciones de Presidente. El titular no pudo asistir. Era su primera peregrinación a Roma.
2. Estancia en Roma
«Los cuatro días completos de estancia en Roma –continúa diciendo Manuel Martínez Pereiro– se dedicaron exclusivamente a las obligadas visitas a las Basílicas, además de acudir a las Catacumbas. Fue realmente emocionante el desfile de los peregrinos por la avenida que une San Juan de Letrán con Santa María la Mayor, a banderas desplegadas y cantando el Himno de la Juventud, previo permiso de las Autoridades romanas. Resultó muy impresionante también el Vía Crucis celebrado en el Coliseo [16], que se inició con unas palabras de Mons. Gomá y que calaron profundamente en los peregrinos; además de aquel acto oficial y solemne muchos grupos de peregrinos acudían todas las noches a rezar el Vía Crucis. Por cierto que en el Vía Crucis oficial pudimos advertir que entre todas las banderas, blancas por el haz y el envés como establece el Reglamento, había una con la bandera republicana de España en el envés, que fue la prueba que los mineros de Mieres exigieron a los Jóvenes Católicos de aquel Centro de que no eran monárquicos.
»Con los peregrinos tuvo el Vaticano la deferencia de invitarles, como cosa excepcional, al acto litúrgico que en San Pedro se celebraba los jueves para sacerdotes y religiosos exclusivamente».
3. Audiencia con el Santo Padre
Después de la audiencia general, la audiencia con el Santo Padre. «No puede omitirse la audiencia con el Santo Padre –dice–. Antes de iniciarse, se llamó a los miembros del Consejo Central para esperarle a la salida de la Biblioteca; le recibimos de rodillas, nos saludó personalmente pero sobre la cabeza del Presidente en funciones puso las dos manos, que Dios quiera sea un anticipo de lo que todos esperamos: la pronta exaltación a los altares.
»La llegada del Papa ante nuestros compañeros fue apoteósica; los vivas y los aplausos no cesaban, sobre todo desde que tocó o acarició una de las banderas, gesto que determinó un movimiento general de los abanderados en busca del mismo trato, aunque con riesgo de la cabeza del Pontífice. La explosión juvenil retrasó el comienzo de las palabras del Papa que después de dedicar varios calificativos al entusiasmo demostrado, lo llamó “entusiasmo español”. No hay que decir que los aplausos y los vítores esmaltaron el discurso pontificio. La válvula de escape a la retirada del Santo Padre fueron los abrazos emocionados que, sin el menor respeto protocolario, dieron a nuestros dos Prelados y el “besacabeza” a Aparici cuando corrió la noticia de que sobre ella había puesto sus manos el Papa.
»En verdad fueron magníficos el fervor, la espiritualidad y el comportamiento de todos los peregrinos; incluso en la disciplina».
«Nos recibió en la Sala de Bendiciones –precisa por su parte Mons. Maximino Romero de Lema–, y habló, sin leer, durante una hora. Relato todo esto para revelar un hecho: Todo el Consejo fuimos a saludar al Papa y a acompañarle luego desde el interior del Vaticano (hoy pienso que era la “Sala Regia”). Allí besamos la mano del Papa y el Papa a Manuel Aparici le puso sus manos en la cabeza. Para Aparici aquello fue un “signo” para su sacerdocio. Y para todos los presentes. Fue en estos días cuando él y yo comenzamos a hablar de nuestras vocaciones al sacerdocio» [17].
Por su parte, Rafael Pajarón, del Consejo Central, lo describe de esta manera en la revista LA FLECHA [18]:
« ... El Santo Padre nos da a besar su anillo y con paternal cariño y en castellano dirige unas preguntas a Manuel Aparici, nuestro Presidente, y la mano del Vicario de Cristo se posa dos veces sobre su cabeza; son momentos de intensa emoción. Tenemos ante nosotros al sucesor de Pedro, y la escena vivida nos trae a la memoria aquella del Cenáculo en que Jesús, después de la Resurrección, se aparece a sus Apóstoles e impone sus divinas manos sobre la cabeza de sus Apóstoles. Por siempre perdurará en nosotros esta escena y será recuerdo perenne que nos obligue a trabajar más y más en el apostolado de la Acción Católica. ... A la salida de la audiencia se organizó un solemne “besacabeza”». Y «se acercaban ... para cortarle mechones de sus cabellos», declara Alfredo Piquer Navarro, primo carnal de Manuel Aparici «Mi madre –dice su sobrina carnal y ahijada Josefina– le tomaba el pelo diciéndole que no se peinara que le había puesto la mano el Papa en la cabeza».
Manuel Aparici evoca esta Peregrinación en su Diario a lo largo de varias páginas; peregrinación que marca un rumbo firme en su vida.
«Sobre todas las impresiones –escribe–, la más honda, la más fuerte, la que marca un rumbo firme en mi vida es la que se grabó en mi corazón al sentir sobre mi cabeza posarse, en paternal caricia, la mano del Santo Padre. La divina Providencia parecía decirme: “He oído tu oración y la oblación que me hacías de tu persona y la acepto”. Era el Vicario de Cristo, “Cristo in terra”, quien me acariciaba a mí; como a pastorzuelo a quien se ha encomendado la guarda de las ovejas más queridas, a quien se le ruega no las abandone y a quien se premia las promesas de ser fiel con una caricia.
»Muchas veces había deseado, en mis ratos de oración ante Jesús Sacramentado, que el Señor pusiera su bendita mano sobre mí, e, incluso, con la imaginación había gustado lo que sería una caricia del Señor; mas ahora Él ha querido que su Vicario acariciara dos veces mi cabeza.
»¿Cómo debo yo responder al amoroso llamamiento de mi Dios y Señor? Dándome todo a Él, no viviendo nada más que para Él, buscándole a Él en todo y amándole a Él en todo».
“Vivid una vida cristiana y robusta y después actuad”, les dijo el Papa de la Acción Católica, Pío XI, a los jóvenes españoles, que no supieron o no pudieron, porque la emoción era demasiado fuerte, guardar las normas del protocolo y casi la más elemental compostura. Pero el Papa sonreía, y es aquella sonrisa, aquella satisfacción de Pío XI al verse rodeado de jóvenes españoles, lo que no han olvidado ni olvidarán nunca los asistentes a la audiencia papal. Cuando regresaron a España no supieron describir la escena ni contar nada» [19].
La audiencia del Papa fue una manifestación clamorosa y ardiente de devoción y fidelidad a su persona y a la Iglesia.
4. Retorno de la Peregrinación
«La peregrinación fue impresionante de gran contenido espiritual, de mucha austeridad; de fervor extraordinario; a mí me parecía aquel tren un templo circulante donde no existía más que oración. D. Manuel cuidó del espíritu de todos los que iban en la peregrinación, tanto durante el viaje como en las horas que se vivieron en Roma, que fueron pocas porque las posibilidades no lo permitían» [20].
Todos volvieron muy alegres y reconfortados de la peregrinación. Se consiguió un buen nivel espiritual.
5. Vocación peregrinante
Con esta Peregrinación se ratificó la vocación peregrinante de la Juventud de Acción Católica Española. Los cursillos vendrían después como fruto inmediato de la misma.
6. Dieciséis años después
Dieciséis años después, concretamente en 1950, Manuel Aparici, siendo Consiliario Nacional, al ser entrevistado por SIGNO [21] recordaba así la peregrinación:
«Era para nosotros Roma entonces (en 1934), como ahora (en 1950), centro de unidad. Para nuestro cristianismo heroico, Roma era el entronque con la Iglesia y con Cristo, en la unidad de Cristo y la Iglesia. Había una preparación espiritual subconsciente. Eran tiempos de persecución, de sectarismo desatado. Ya en Santander, en el Congreso del 32, tuvimos heridos; en Toledo nos apedrearon ... ».
Terminaba la entrevista con estas palabras: «“¡Tres Cardenales lloraron en San Pedro cuando oyeron cantar el credo a los jóvenes españoles!”».
[11] ¿Por qué en Toledo? « ... Roma había cubierto la vacante de Toledo, la Diócesis Primada de España, con el nombramiento de Mons. Gomá. Y un grupo de jóvenes entusiastas de aquella ciudad presididos por Antonio Rivera, que había de mantener estrecha amistad con Manuel Aparici, decidieron constituir la Unión Diocesana. Estimó el Consejo que era una gran oportunidad para reunir allí la Asamblea como medio de dar alientos al nuevo Organismo Diocesano.
»La apertura en el Salón de Concilios estaba fijada para el mediodía del 12 de octubre y el Consejo Central se dirigía a Toledo en el primer tren de la mañana; pero nadie esperaba la sorpresa: el Partido Socialista de la ciudad declaró la huelga general, aprovechando nuestra pacífica convocatoria, para poner en apuros al Gobernador Civil, que pertenecía a otro partido político y con el que tenía una vieja querella pendiente; el Gobernador aceptó el reto, llamó a los Dirigentes Diocesanos y les garantizó que mantendría el orden; los jóvenes salieron al encuentro del Consejo, hubo el correspondiente cambio de impresiones y se decidió continuar el viaje e iniciar la Asamblea.
»En verdad, las únicas consecuencias fueron la subida, a pie y sudando, de los equipajes desde la estación hasta el centro de la ciudad, practicar el autoservicio en el comedor de los hoteles y disponer unos grupos para recibir e informar a los asambleístas que fueron llegando; pero todo ello con el mejor humor y talante. Tan sólo el día de la clausura, que se celebró en una iglesia de la ciudad, fueron apedreados los autobuses que regresaban a Madrid.
»Como es natural, la Asamblea se celebró con toda normalidad dirigida por el Vicepresidente [Manuel Aparici] que la llevó con buen pulso, a pesar de que no faltaron momentos apasionados» (Cf. Manuel Martínez Pereiro).
[12] «La Asamblea correspondiente a 1934, señalada para finales de la primera quincena de octubre en Sevilla, no pudo celebrarse por la inestabilidad política que se había planteado el 6 del mismo mes, y que tuvo sus puntos álgidos en Cataluña y, sobre todo, en Asturias ... La V Asamblea tuvo lugar en Valencia (Cofrentes) en diciembre de 1935 ... Se celebró con normalidad y conforme al programa previsto» (Cf. Manuel Martínez Pereiro).
[13] El precio de la Peregrinación, que se inició a las 6 de la mañana del 12 de marzo y terminó en Barcelona a las 5 de la tarde del día 10, fue de 325 Pts.» (Manuel Martínez Pereiro).
[14] «Por aquellos tiempos, Félix María Llanos, Moreno Ortega y otros, que ya no están entre nosotros porque alcanzaron el triunfo definitivo en la peregrinación de los mártires, dirigían la Juventud» (SIGNO de fecha 28 de octubre de 1950).
[15] SIGNO de fecha 23 de septiembre de 1950.
[16] Su presencia en el Coliseo fue –en frase del Cardenal Gomá– «algo excepcional, una manifestación de espíritu cristiano verdadero».
[17] «Fue la ocasión propicia.–dice Mons. Maximino Romero de Lema (Cf.)– para hablar de temas personales ... Yo observaba en Manolo una sincera humildad ... Una carta de Manolo confidencial escrita a unos buenos amigos (a Vicente Puchol y a mí, cuando éramos seminaristas en el Colegio Español en Roma y estudiantes en la Universidad Gregoriana) y, por tanto, de una espontaneidad total, muestra el fervor y la vida interior de Aparici».
[18] Mayo de 1934.
[19] SIGNO de fecha 28 de octubre de 1950.
[20] José Ángel Ayala Galán.
[21] De fecha 23 de septiembre de 1950.